En un abrir y cerrar de ojos nos encontraremos con otras vacaciones, con otro puente. Espero que no sea en el ecuador de enero, ese mes tan sufrido para el bolsillo, que, después de los turrones y los regalos navideños, se ha quedado, más que vacío, deshuesado. Aunque la primera cuesta del año se resienta, siempre sacaremos algo de dinero. Debajo del colchón, en esa hucha olvidada (por si acaso, no confíen sus ahorros a bancos y otras entidades con ánimo de lucro, que bien es sabida la voracidad que gastan…). Lo mejor es invertir su dinero en algo que de verdad necesiten o, en su defecto, les apetezca (mientras no pasen hambre... todo vale). Y si no lo tienen, cierren los ojos, imaginen que nadan en un mar de billetes, y déjense llevar… ¿Qué les apetece? ¿Ese anillo de brillantes que les deslumbra cada vez que se cruzan con el escaparate de Chopard? ¿Ese deportivo de alta gama que cada mañana les adelanta en el camino del trabajo? ¿O ir a un “estrella Michelín” para catar todas las chucherías que elabora ese cocinero de moda?
Mientras se deciden y atendiendo a lo modesto de mi presupuesto, intentaré perderme por Londres o París, dos destinos la mar de interesantes. Quizá piensen que soy un sibarita detestable por pensar en esas frivolidades cuando otros no tienen con qué calentarse, pero les aviso que los únicos viajes que pienso hacer en los próximos meses son a través de las páginas de los libros de Sasek, reeditados por la editorial madrileña Nórdica Libros (la primera vez en 1958 por la editorial inglesa W. H. Allen), y que recogen multitud de rincones de las citadas ciudades.
Miroslav Sasek..., otro de esos ilustradores que hay que conocer...
De familia bohemia (de la región, no trashumantes) y molinera, nace en Praga en 1916, años antes de la II Guerra Mundial. En su juventud empieza a trabajar para una gran casa editorial, un hecho que le despierta sus inclinaciones artísticas desde la adolescencia. No obstante estudia arquitectura ya que sus padres no veían nada claro que el oficio de artista fuera serio (aunque bien es cierto que el chico está un tiempo estudiando en la Academia de Bellas Artes de París). Tras la entrada del comunismo en Checoslovaquia en el 48, Sasek decide emigrar a Munich, Alemania, donde su mujer tiene su puesto de trabajo. Allí ejerce como locutor para la cadena radiofónica "Free Europe" desde 1951 hasta 1957. Durante este periodo de tiempo, Sasek no se desvincula del mundo artístico y realiza otros trabajos, así como proyectos personales.
Así nace Esto es París, el primer libro de la colección viajera de Sasek, que ve la luz en 1959. En esta obra, su autor rinde un tributo a la ciudad de las luces, a su gente, sus avenidas, edificios históricos y museos. Y es que, aunque Sasek se consideraba un ciudadano del mundo, siempre sintió cierta debilidad hacia la capital francesa, el lugar donde se instalaría durante sus últimos años de vida.
Gracias al éxito de Esto es París, Sasek se anima a ampliar la colección con un segundo libro, Esto es Londres, otro magnífico título en el que da alas al humor fino e irónico del viajero moderno que no sólo busca turisteo, sino embeberse del día a día. Escoge estampas cotidianas que por un lado suenan a costumbre y por otro a parodia, unas imágenes que recuerdo y con las que me río cada vez que visito la polis del Támesis.
A estos dos títulos le siguen otros nuevos como Esto es Roma, Esto es Nueva York o Esto es Edimburgo (N.B.: Este último junto a Esto es Venecia y Esto es Hong-Kong eran los favoritos de su autor). Un total de dieciocho libros que todavía hoy sirven de guía de viajes para muchos niños soñadores.
Hoy en día es difícil hacerse a la idea de porqué unos libros de viajes infantiles alcanzaron tanta fama, pero no olvidemos que en esa época, las escapadas y odiseas que nos marcamos muchos y la omnipresente televisión, no estaban al alcance de cualquiera. Por ello los niños y sus familias agradecían productos que mostrarán de primera mano los entresijos de las grandes ciudades desde una perspectiva objetiva y detallada, algo a lo que Sasek prestó sumo cuidado pues, según sus propias palabras, "El detalle es muy importante para los niños".
No se lo piensen dos veces, abran estos libros, vayan pasando sus páginas y contemplen vistas panorámicas, estampas callejeras y obras de arte. Desde los Campos Elíseos a los variopintos personajes del metro de Londres ¡No me digan que eso no es viajar!
Mientras se deciden y atendiendo a lo modesto de mi presupuesto, intentaré perderme por Londres o París, dos destinos la mar de interesantes. Quizá piensen que soy un sibarita detestable por pensar en esas frivolidades cuando otros no tienen con qué calentarse, pero les aviso que los únicos viajes que pienso hacer en los próximos meses son a través de las páginas de los libros de Sasek, reeditados por la editorial madrileña Nórdica Libros (la primera vez en 1958 por la editorial inglesa W. H. Allen), y que recogen multitud de rincones de las citadas ciudades.
Metro de Londres
De familia bohemia (de la región, no trashumantes) y molinera, nace en Praga en 1916, años antes de la II Guerra Mundial. En su juventud empieza a trabajar para una gran casa editorial, un hecho que le despierta sus inclinaciones artísticas desde la adolescencia. No obstante estudia arquitectura ya que sus padres no veían nada claro que el oficio de artista fuera serio (aunque bien es cierto que el chico está un tiempo estudiando en la Academia de Bellas Artes de París). Tras la entrada del comunismo en Checoslovaquia en el 48, Sasek decide emigrar a Munich, Alemania, donde su mujer tiene su puesto de trabajo. Allí ejerce como locutor para la cadena radiofónica "Free Europe" desde 1951 hasta 1957. Durante este periodo de tiempo, Sasek no se desvincula del mundo artístico y realiza otros trabajos, así como proyectos personales.
Mercado de pájaros cercano a Notre Damme
Gracias al éxito de Esto es París, Sasek se anima a ampliar la colección con un segundo libro, Esto es Londres, otro magnífico título en el que da alas al humor fino e irónico del viajero moderno que no sólo busca turisteo, sino embeberse del día a día. Escoge estampas cotidianas que por un lado suenan a costumbre y por otro a parodia, unas imágenes que recuerdo y con las que me río cada vez que visito la polis del Támesis.
Kiosco en el Sena
Cola en una parada de bus londinense
Hoy en día es difícil hacerse a la idea de porqué unos libros de viajes infantiles alcanzaron tanta fama, pero no olvidemos que en esa época, las escapadas y odiseas que nos marcamos muchos y la omnipresente televisión, no estaban al alcance de cualquiera. Por ello los niños y sus familias agradecían productos que mostrarán de primera mano los entresijos de las grandes ciudades desde una perspectiva objetiva y detallada, algo a lo que Sasek prestó sumo cuidado pues, según sus propias palabras, "El detalle es muy importante para los niños".
No se lo piensen dos veces, abran estos libros, vayan pasando sus páginas y contemplen vistas panorámicas, estampas callejeras y obras de arte. Desde los Campos Elíseos a los variopintos personajes del metro de Londres ¡No me digan que eso no es viajar!
3 comentarios:
¡Desde luego que lo es! En un parcapáginas leí aquello de que "la lectura es el viaje de los que no pueden coger el tren", o algo así. Yo cambiaría "pueden" por "quieren" tan pancha. Gracias por la recomendación. ;-)
MARCApáginas; evidentemente, quería decir MARCApáginas.
Jajajaja... Me ha encantado "parcapáginas"... y si le añades la "a", sería "aparcapáginas"... ¡Qué bonita palabra! ¡Gracias por tu contribución a la lengua española! Mi madre es de las que no quiere coger el tren y prefiere montarse en el lomo de un libro.
¡Un saludo!
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