Aunque el álbum ilustrado
es un género relativamente joven dentro de la literatura, debemos de
tener en cuenta que, como en cualquier otro, la elevada producción
obliga a los autores a repetir ciertos patrones o ideas de diferente
naturaleza. A pesar de que muchos pueden tomar como un mero plagio o
copia (que en muchos casos lo es...), hay una serie de circunstancias
que a un servidor le hacen dudar de semejante afirmación, a saber...
Generalmente, cuando uno
estudia historia de la literatura, suele hacerlo atendiendo a las
diferentes épocas, autores y obras que, de un modo u otro,
han supuesto un punto de inflexión o son novedosas en alguno de sus
aspectos, es por ello que tenemos la idea preconcebida de que una obra
maestra, aquellas en las que se basa toda la Cultura, debe ser totalmente
original e innovadora, algo que, créanme, es prácticamente
imposible desde que griegos y romanos dejaron pocos argumentos que
tratar a las generaciones sucesivas de creadores. Vamos, que los escritores construyen sus narraciones sobre líneas básicas que ya
han sido tratadas con anterioridad.
También hemos de hablar
de ideas recurrentes... Muchas veces creemos que la bombilla que
se enciende, que las ideas que nos brotan (no sólo para escribir un
libro, sino para solucionar un problema o para ahorrar en la cesta de
la compra) son totalmente originales, hasta que, de pronto, nos
topamos con que otra persona llevaba haciendo lo mismo desde hace
años y nos deja boquiabiertos y desilusionados.
Y por último me gustaría
hacer referencia al subconsciente y su poder, ese que, de manera
desconocida, casi mágica, guarda en nuestra mente recuerdos,
imágenes o sucesos que, sin saber que estaban hay, encontramos por
sorpresa y nos creemos que nos pertenecen, cuando en realidad los
dueños son otros que, en un tiempo pasado, la desarrollaron
convenientemente.
Por todo lo anterior,
cuando me topo con dos libros parecidos prefiero hacer alusión a lo
que yo llamo “enriquecimiento de una idea”... Aunque una idea
haya sido tratada con anterioridad por otro autor, siempre puede
crecer, principalmente por dos factores/condicionantes. El primero es
su re-contextualización y el segundo, la re-formulación. Y
ejemplifico... Elegiré Pulgarcita de Andersen (que de la
Caperucita Roja hay muchos), un cuento que trata de la
aceptación de uno mismo dentro de un mundo adverso y que culmina con
la búsqueda de iguales. ¿Qué ocurriría si, en vez de
contextualizar esta narración en el marco rural y natural que eligió
su autor, lo ubicásemos en una urbe gigantesca a rebosar de
rascacielos? ¿Qué sucedería si en vez de ser una chica minúscula
que quiere ser normal, fuera una chica normal que anhela ser diminuta?
La base es la misma pero este tipo de recursos bien conocidos por los
autores de literatura infantil hacen que la historia parezca otra.
Algo similar ocurre con
La casa de los ratones, una obra de reciente cuño de Karina
Schaapman y publicada en castellano por la editorial Blackie Books, y
la serie de libros que Jil Barklem publicó en los años ochenta y
que fue editada en español por Noguer bajo el título de El seto
de las zarzas... Si bien es
cierto que ambas narran los avatares de una comunidad de ratones, hay
que señalar que las dos tienen notables diferencias. La primera de
ellas está ilustrada con fotografías de los personajes que
desarrollan la acción en un escenario a modo de casa de muñecas,
para lo que la autora se sirve de técnicas de ambientación y
animación cinematográfica. En cambio la obra de Barklem utiliza una
técnica tradicional basada en el dibujo y la acuarela, lo que pone
en evidencia el claro desfase generacional de los lectores a los que
van dirigidas ambas. Por otro lado hay que hacer hincapié en
que el contexto es diferente en ambas... Mientras que Schaapman ubica
la acción en un ambiente más o menos urbanita, Barklem prefirió un
ambiente rural y campestre (N.B.: De hecho se considera una obra de
gran interés para los estudiosos de las tradiciones y la etnografía
de la campiña inglesa). Por último y atendiendo al hilo argumental,
he de decir que mientras que la obra de Barklem es más coral y todos
los personajes tienen un peso similar (en cierto modo podría ser la
sucesora de la obra de Beatrix Potter, ¡otra cosa más que
estudiar!), La casa de los ratones focaliza la acción en los
dos protagonistas que conducen al lector a través de sus idas y
venidas.
Así que, bien pensado, les recomiendo echar un ojo a los dos títulos. Al primero en las
librerías y al segundo en una buena biblioteca infantil (a menos que
acudan a alguna feria del libro usado y de ocasión, dudo que lo
encuentren a la venta), simple y llanamente porque los dos merecen
sentarse debajo de un árbol que esté amarilleando estos días, y disfrutar con las historias que acontecen a unos ratones y otros.
3 comentarios:
El Seto de las Zarzas no lo conocía. La verdad es que son clavados! En este caso, aunque fuera una copia merecería la pena, pero estaría genial que indicara lo de "inspirado en". De todas formas, a mi me encanta el trabajo hecho para la Casa de los Ratones, aunque creo que tiene muchas "fuentes de inspiración".
Dos joyitas!
Bueno, al César lo que es del César, pero sin exagerar... Todo tiene su aquel...Un abrazo Nohemí!
El seto de las zarzas seguía en venta hace un par de años, que fue cuando lo compré por última vez. Es un libro maravilloso, tanto por la historia como por las ilustraciones. Contar el avance de las estacionesy las actividades y tradiciones de cada una de ellas, conocer la vida en el campo, oficios antiguos, formas de vida más sencillas...En nuestra casa es imprescindible.
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