Aunque el anime o cine animado japonés cada vez tiene más
adeptos entre la juventud de nuestras latitudes, sigue pasando desapercibido
entre docentes y padres, adultos que no están al quite de las novedades que en
este género se suceden. Como muestra tenemos el caso de Mary y la flor de la bruja, una película que se estrenó hace
escasas semanas en los cines españoles y de la que hemos hablado muy poco en
ciertos entornos.
La primera película dirigida por Hiromasa Yonebayashi, un extrabajador
de la factoría Ghibli, ha dado en el clavo. El reconocimiento del público y la
crítica ha sido unánime y les aconsejo que vean una producción que no tiene
desperdicio, no sólo en el plano cinematográfico, sino también en el literario
(veo monstruos saliendo de los rincones…), ya que, como muchas otras
producciones anime, véase el caso de El
castillo ambulante o Cuentos de
Terramar, este largometraje también está basado en un libro, concretamente
en The Little Broomstick (traducido
al castellano sería “La pequeña escoba” o “La pequeña escoba de palo”) una de
las tres novelas infantiles que escribió Mary Stewart. Así que he aquí otro
ejemplo de las sinergias que se establecen entre literatura infantil y cine de
animación y sobre las que tienen ESTE MONOGRÁFICO CON LISTADO INCLUIDO.
En esta novelita publicada por vez primera en 1971, Mary,
una niña solitaria que vive con su tía-abuela Charlotte, descubre, gracias a
Tib, un gato negro, una extraña flor que, según la leyenda, recogían las brujas
en las laderas de las Montañas Negras y que les otorgaban poderes mágicos. Este
hecho desencadena toda una serie de aventuras en las que magia y ciencia,
terror y humor, se entremezclan. El relato está escrito con bastante fluidez y nos
sugiere preguntas sobre el avance de la ciencia y la bioética, sobre la
naturaleza y su degradación por parte del ser humano, o sobre el protagonismo
de las mujeres en el mundo contemporáneo, algo que comparte con algunas obras
de la misma época todavía siguen vigentes. También apuntar que es una de esas
narraciones donde aparecen de manera temprana las escuelas de magia que
inspiran la idiosincrasia de Hogwarts (No olvidemos que la primera la recoge
Ursula LeGuin en Un mago de Terramar,
1968).
Otra de las cuestiones que me gustan de este libro son las
ilustraciones de Shirley Hughes que incluyen muchas ediciones en lengua inglesa
(N.B.: No olviden que este título no está disponible en castellano por lo que
es una buena ocasión para lanzarla a nuestro mercado editorial). Esto es más
que interesante, sobre todo para los monstruos que, como un servidor, se pirran
por el álbum ilustrado, donde esta autora e ilustradora sobresale notablemente,
y de quien en castellano podemos encontrar obras de corte informativo/educativo
para primeros lectores ya descatalogadas (Andrés
echa una mano, Mira los colores o Vámonos al parque) o su conocido Peluche (todavía disponible en la editorial
Flamboyant).
¡Que hay que ir al cine! O en su defecto leer, aunque sea en
inglés…
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