lunes, 24 de septiembre de 2018

¡Otra de literatura que se lleva al cine de animación!


Aunque el anime o cine animado japonés cada vez tiene más adeptos entre la juventud de nuestras latitudes, sigue pasando desapercibido entre docentes y padres, adultos que no están al quite de las novedades que en este género se suceden. Como muestra tenemos el caso de Mary y la flor de la bruja, una película que se estrenó hace escasas semanas en los cines españoles y de la que hemos hablado muy poco en ciertos entornos.
La primera película dirigida por Hiromasa Yonebayashi, un extrabajador de la factoría Ghibli, ha dado en el clavo. El reconocimiento del público y la crítica ha sido unánime y les aconsejo que vean una producción que no tiene desperdicio, no sólo en el plano cinematográfico, sino también en el literario (veo monstruos saliendo de los rincones…), ya que, como muchas otras producciones anime, véase el caso de El castillo ambulante o Cuentos de Terramar, este largometraje también está basado en un libro, concretamente en The Little Broomstick (traducido al castellano sería “La pequeña escoba” o “La pequeña escoba de palo”) una de las tres novelas infantiles que escribió Mary Stewart. Así que he aquí otro ejemplo de las sinergias que se establecen entre literatura infantil y cine de animación y sobre las que tienen ESTE MONOGRÁFICO CON LISTADO INCLUIDO.


En esta novelita publicada por vez primera en 1971, Mary, una niña solitaria que vive con su tía-abuela Charlotte, descubre, gracias a Tib, un gato negro, una extraña flor que, según la leyenda, recogían las brujas en las laderas de las Montañas Negras y que les otorgaban poderes mágicos. Este hecho desencadena toda una serie de aventuras en las que magia y ciencia, terror y humor, se entremezclan. El relato está escrito con bastante fluidez y nos sugiere preguntas sobre el avance de la ciencia y la bioética, sobre la naturaleza y su degradación por parte del ser humano, o sobre el protagonismo de las mujeres en el mundo contemporáneo, algo que comparte con algunas obras de la misma época todavía siguen vigentes. También apuntar que es una de esas narraciones donde aparecen de manera temprana las escuelas de magia que inspiran la idiosincrasia de Hogwarts (No olvidemos que la primera la recoge Ursula LeGuin en Un mago de Terramar, 1968).


Otra de las cuestiones que me gustan de este libro son las ilustraciones de Shirley Hughes que incluyen muchas ediciones en lengua inglesa (N.B.: No olviden que este título no está disponible en castellano por lo que es una buena ocasión para lanzarla a nuestro mercado editorial). Esto es más que interesante, sobre todo para los monstruos que, como un servidor, se pirran por el álbum ilustrado, donde esta autora e ilustradora sobresale notablemente, y de quien en castellano podemos encontrar obras de corte informativo/educativo para primeros lectores ya descatalogadas (Andrés echa una mano, Mira los colores o Vámonos al parque) o su conocido Peluche (todavía disponible en la editorial Flamboyant).
¡Que hay que ir al cine! O en su defecto leer, aunque sea en inglés…

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