Que un adolescente te apriete las tuercas es lo más normal en los tiempos que corren. Da igual que vayan a colegio privado, que toquen no-sé-cuántos instrumentos, que lean a Schopenhauer o tengan el C2 en esperanto. Si se le mete entre ceja y ceja que quiere liarla, lo hace. Porque lo ampara la ley, el defensor del menor, la televisión, el catequista y sus yayos.
Lo tengo comprobado. Si un niñato tiene un conflicto con algún profesor, quiere salirse con la suya y mete a los padres de por medio, son los progenitores quienes pagan el pato mientras su hijo/a se va de rositas. Por amor, por incautos, por metijacos, pero sobre todo, por torpes. Y no es que yo no los comprenda, que lo hago, solo apunto que no sé si con la intervención se señalan a sí mismos, sus miserias o sus debilidades paternales.
Tiembla cuando un padre te diga que su hijo es una joya, que la nena tiene mucha educación, si luce un pin de cofrade en la solapa, te aclare cuál es su procedencia, la altura de su cuna y su expediente académico. ¡Cuidado!
Yo siempre he pensado que cuando un "pare" o una "mare" le tira de las orejas al docente de turno, tiene que ver más con el tamaño que con otra cosa. Les gusta medirse(la) con cualquiera, una obstinación que nace del ego, los traumas vitales o una ceguera apasionada por la prole. Arribistas que depositan sus expectativas en unos vástagos que toman buena nota de las lecciones paternas (que de tal palo...).
Pero, ¿de dónde sale tanta condescendencia? Está cantao, señores, de la propia sociedad, esa que dice que pueden meter la papeleta en la urna electoral.
Cuando los críos se sienten como la fallera mayor, se aprovechan. Porque todo el mundo está pendiente de ellos, son los reyes del mambo y se han acostumbrado a rodearse de tontos, mariachis y criados.
Pobrecitos…, encima de jóvenes, inútiles. Me río y no paro. Darles una patada en el trasero, empujarlos al abismo, que se limpien el culo solitos, que cojan las castañas recién asadas, o que se enfrenten a la realidad, deberían ser opciones plausibles que les ayuden a alcanzar la autosuficiencia. Pero no, es más fácil sujetarles el biberón mientras ellos pillan una buena gota, gastan a manos llenas, se fuman las clases y algún que otro porro.
Toda esta perorata para terminar en un libro que tiene mucho que decirnos sobre este mal endémico.
¿Qué está pasando?, el primer álbum de Eunsil Cha publicado por Libros del Zorro Rojo, es la historia de un melodrama, el que lían una caterva de animales histéricos porque una tortuga no puede salir de un maldito hoyo. Montan una algarabía que no es normal. La de San Quintín se queda corta. Todo para “salvar” (eso dicen ellos) a un bicho que tiene más cabeza que el resto y les propina con una lección de superación y entereza en todo el hocico.
Haciendo hincapié en la estructura de sketch, esta pequeña comedia de situación se relata en un formato horizontal que ayuda a la tensión narrativa. Además utiliza una paleta de color limitada (rojo, negro, azul, beige, blanco y gris), las formas planas, el juego tipográfico y los cambios de perspectiva como recursos de estilo.
Un relato que se adecua a los primeros lectores, pero en el que más de un adulto -¡Atención, padres proteccionistas!- se puede ver retratado. Espero que se rían y les dé por pensar. Si no lo hacen es que algo no les funciona adecuadamente...
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