viernes, 8 de marzo de 2024

Llámalo "Dragon Ball" cuando quieras decir Akira Toriyama


El pasado 1 de marzo falleció Akira Toriyama de una hemorragia cerebral. Tras despedirlo en la más absoluta intimidad (una cosa muy japonesa), su familia hizo pública la noticia a través de su estudio, y el mundo entero se hizo eco de la tristeza. “Ha muerto el padre de Son Goku”, rezaban los titulares. Y no era para menos.
Aunque Akira Toriyama comenzó en el manga con Dr. Slump, una serie estructurada en 18 volúmenes que desarrolla las aventuras de un profesor un tanto pervertido y su androide Arale, no fue hasta la llegada de Dragon Ball, un manga de tipo shonen (algún día les introduciré en toda la terminología del cómic nipón) con tintes de otros géneros, cuando su trabajo trascendió internacionalmente.


Bola de dragón fue publicado originalmente en la revista Shōnen Jump, de la editorial japonesa Shūeisha, entre 1984 y 1995 en 42 volúmenes que incluían un total de 519 capítulos. En ellos se cuentan las aventuras de Goku (o Son Goku, como también se conoce), un guerrero con cola de mono y experto en artes marciales, que en su niñez se dedica a viajar a lomos de una nube en busca de siete esferas mágicas que tienen el poder de convocar a un dragón cuando están juntas y al que se le puede pedir un deseo. De este modo, enfrentarse a otros luchadores, salvar a la Tierra y la humanidad se convierte en su leitmotiv.
Conforme avanza la historia aparecen un sinfín de personajes que van enriqueciendo la trama. Crilin, Trunks, Yamcha, Bulma, Muten Roshi (o Maestro Tortuga, que me gusta más), Piccolo, Vegeta, Freezer o Célula son algunos de ellos. Por otra parte y teniendo en cuenta que la cosa se complica, la historia se divide en dos corpus de contenido. Por un lado tenemos Dragon Ball (volúmenes 1-16), que cuenta las aventuras de Goku durante su infancia, y por otro Dragon Ball Z (volúmenes 17-42), que se centra en la etapa adulta del héroe.


Si bien es cierto que este tipo de mangas tienen todos los ingredientes para convertirse en éxito entre niños y preadolescentes, hay que llamar la atención sobre el universo enriquecido de Goku y compañía, ya que esta historia no está sujeta a caprichos y libre albedrío, sino que fue meditada por su creador. En primer lugar el personaje se basa en el dios mono, un ser que comparten la cultura china y japonesa. En segundo lugar Toriyama se inspiró en la novela china Viaje al oeste, un clásico oriental donde un grupo de amigos que buscan unos pergaminos budistas. Si esto no fuera poco, también fundió el cine de Jackie Chan con el mundo de los videojuegos, concretamente Spartan X, para contruir un mundo nuevo e irresistible para cualquier niño.
El manga ha vendido en todo el mundo la friolera de 260 millones de copias y varias generaciones de chavales de finales de los 80 y todos los 90 han crecido con él. Si bien es cierto que en España y otros territorios occidentales, el éxito del manga estuvo precedido por la serie de anime, no cabe duda que el genio de Toriyama sigue intacto, pues fue él quien escribió el guión y asesoró a Toei en las dos primeras partes de la saga (no lo hizo con Dragon Ball GT o Dragon Ball Kai).


Pinceladas de la tradición nipona, el maniqueísmo y la contraposición del bien y el mal, las representaciones del mundo de los vivos y los muertos, escenarios reconocibles (por ejemplo Bali), androides por un tubo, ciencia ficción mezclada con misticismo asiático, algún detalle picantón y elementos humorísticos articulan esta obra que tanto ha influenciado a la cultura global.
Por citarles algunos de mis detalles favoritos me detendré en la animadversión de Goku a las agujas y la comida de hospital (graciosísimo ese punto) los medios de transporte que Bulma saca del bolsillo, la reproducción asexual de Piccolo (eso de que echara huevos por la boca me dejaba estupefacto), la inexplicable desaparición de Launch de la serie, o los seis puntos que Krilin tiene en la frente como resultado del incienso budista.
Podría pasarme horas y horas hablando de este manga, pero creo que lo mejor es que con este pequeño tributo a la figura de su creador y de paso a la obra, despierte su interés y se sumerjan en su mundo.


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