miércoles, 15 de octubre de 2008

De oralidad


Una vez oí que los docentes mejor valorados por los alumnos son aquellos que respetan el orden, son apasionados, tienen la amabilidad como máxime y acostumbran a ser serios en su labor. Además de estas cuatro cualidades, yo añadiría una más: ser narradores competentes. Aunque el ámbito docente ha cambiado sustancialmente, sobre todo en lo que se refiere a las nuevas técnicas de enseñanza, lo que está claro es que la voz sigue siendo el arma más eficaz para llegar a todos los rincones del aula. El docente sigue utilizando sus cuerdas vocales, la oralidad, para transmitir al alumno aquellos conceptos y procesos que debe aprender por ley (por si algunos no lo saben, hasta la ley nos dicta qué tenemos que enseñar…). Desde mis años como alumno, hasta estos días de docente, siempre he pensado que un maestro puede ser alto o bajo, con bigote y sin él, parlanchín o adusto, pero el único lujo que no se puede permitir es el de ser un narrador incompetente…, esto no quiere decir que no los haya, sino todo lo contrario: malos narradores dentro del gremio de la enseñanza, los hay a espuertas.


Por otro lado, cierto es que la capacidad de saber narrar es casi un don, con el que se nace, con el que se muere, pero también es de cajón que nadie nacemos sabiendo de todo y que la formación es una buena solución. Así que, desde aquí, hacer un llamamiento a todo el mundo docente. Compañeros, aprendan a enamorar oídos, a crear universos sobre las cortinas invisibles del aire, a tender puentes entre la imaginación de nuestros alumnos y nuestras palabras de viva voz. Maestros, hemos de trabajar para domar el circo de los sonidos, luchar por encandilar las caras de los que no nos quieren escuchar. Narremos, aunque haya poco que contar. Narremos para enseñar.
Y para empezar este ejercicio, les recomiendo a Mandana Sadat y su Del otro lado del árbol (Fondo de Cultura Económica), un buen ejemplo de que las palabras inventan mundos, de que con ellas podemos cambiar los pensamientos, los miedos, los corazones.


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