miércoles, 8 de octubre de 2008

Nipones



La semana pasada, sorteando las estanterías de cierta librería que visito con asiduidad, me di de bruces con una novela de última hornada. Además de estar editada con decoro, me llamó la atención su título… Un grito de amor desde el centro del mundo. De un tal Kyoichi Katayama, recordaba la contraportada que había sido la novela más vendida de todos los tiempos en Japón. La verdad es que el argumento, aunque simplista, promete: dos adolescentes se enamoran en sus años de instituto… el resto, habría que leerlo.
Algo aturdido con el “merchandising” editorial, y recién llegado a casa, encendí el ordenador y me puse manos a la obra. Eché mano de los consejos de ciertas bitácoras literarias en la red y descubrí que, hace bastantes años, otra obra de autora japonesa obtuvo la misma acogida... Hisako Matsubara, con su Samurai, también arrancó muchas lágrimas, así que, en ello estoy, deseando que sus palabras asurquen mis mejillas.



Tengo un afecto especial por la cultura nipona, no sé porqué pero me fascinan los kimonos orlados de seda, los bonsáis, las teteras de barro negro, los cerezos en flor. Me asombra el gusto japonés por la estética, su elegancia, ese comportamiento estudiado, casi robótico.
Pero si hay algún autor nipón que destaque en el mundo de la Literatura Infantil y me tenga encandilado, ese es Mitsumasa Anno. Aunque hace años era imposible encontrar en cualquier librería algún ejemplar de su obra cumbre, El viaje de Anno (1977), unos libritos de los que Juventud editó los cuatro primeros tomos allá por los 80-90, ya podemos leer de nuevo algunos estos títulos gracias a la editorial Kalandraka que acaba de reeditarlos. Por el momento lleva cuatro, Los viajes. Europa (2021), Los viajes. Italia (2022) y Los viajes. Japón (2023), Los viajes. Gran Bretaña (2024) que esperamos que supongan la antesala de los volúmenes restantes.



Si tienen a bien visitar las secciones de Literatura Infantil de las bibliotecas públicas y seguir así el camino trazado por el misterioso viajero que protagoniza estos periplos a lo largo y ancho del orbe terrestre, darán buena cuenta de su valor. Como el propio autor comentó en alguna entrevista, su necesidad de conocer el mundo fue tan grande durante una infancia entre montañas, que cuando empezó a tener algo de dinero empezó a visitar el mundo.


De esta manera Mitsumasa Anno es capaz de trasladarnos a todos esos lugares gracias a unas ilustraciones, de estilo miniaturista y repletas de detalles. Aunque el primer volumen no está dedicado a un país concreto, surgió de los viajes que realizó el autor durante 1963 a Escandinavia, Alemania e Inglaterra, e incluso se observa cierto deje a la campiña francesa. A este primero le siguieron viajes monotemáticos a Italia (1979), Gran Bretaña (1982), Estados Unidos de Norteamérica (1983), España (2003), Dinamarca (2005), un volumen que fue planeado para celebrar el centenario de H. C. Andersen y que está lleno de referencias a sus cuentos), Japón (2013) y China (2016).



En estos libros sin palabras -una decisión del propio autor que buscaba enfatizar la sensación de extrañeza y desconocimiento de cualquier viajero- observamos paisajes y monumentos de cada país descritos con todo lujo de detalles, profesiones olvidadas e indumentarias regionales, costumbres, festejos y otras referencias culturales se agolpan en unas ilustraciones coloristas y vibrantes. Obras de arte, actores de cine, personajes literarios, científicos, políticos nos saludan desde sus páginas desde una descontextualización que sorprende y alegra a cualquier visitante.



Si bien es cierto que en el primer volumen de la edición en Juventud, se incluyó un apéndice que daba pistas sobre los elementos que había ido representando en cada doble página para facilitar la comprensión del lector, el resto no lo incluían, quizá para hacer todavía mayor ese leit motiv del viaje como búsqueda incesante de experiencias personales.
Por el contrario, las ediciones actuales de Kalandraka incluyen esos apéndices en todos y cada uno de los volúmenes, lo que hace más enriquecedora su lectura y permite descubrir detalles que no están al alcance de muchos lectores, por ejemplo aquellos que no hayan visitado esos confines o no estén muy puestos en materia de arquitectura. Es más, los apéndices son diferentes entre las ediciones antigua y nueva del primer tomo, e incluso hay alguna nota del traductor que incorpora nuevas referencias.
Yo sólo les puedo decir que me encantan y espero que ustedes se hagan con ellos lo antes posible, al paso que les invito a bucear por el resto de la obra del genio nipón en ESTE ENLACE.

1 comentario:

Evaristo dijo...

La misma mañana que había leído una entrevista con la traductora Lourdes Porta, que conocía a través de la lectura de una novela de Haruki Murakami, también tropecé en la librería con "Un grito de amor desde el centro del mundo". También regresé con él a casa. A pesar de algunas reticencias con los últimos capítulos, lo he elegido como primera lectura para el club de lectura que coordino con alumnos de Bachiller. Ahora busco la versión cinematográfica y en cómic. Ya te diré como va.