Parece ser que la atmósfera nos va a conceder una pequeña tregua durante los días venideros, aunque, con la meteorología, todo está por confirmar, sobre todo si atendemos a las dispares y variopintas condiciones climatológicas con las que se nos ha presentado el invierno, crudo y retrechero.
Más centroeuropeas que mediterráneas, las nubes que surcan los cielos de una parte a otra de la geografía española, están empeñadas con hacernos sufrir un poco más, a nosotros y a todo bicho viviente (que se lo pregunten al cultivar de crisantemos que he plantado en mi balcón…), que no sólo el hombre vive de rayos de sol. El único consuelo que nos queda, a nosotros y todos los ingleses que vienen a ponerse cicateros -de todo- a la Costa Brava, es que el verano nos azote como es debido, con cuarenta grados a la sombra hasta que nos duela el pellejo de tanto sudar, y así poder seguir quejándonos, que es otra de las aficiones patrias.
Durante la espera (que será breve…, por ello rezo) y para no acusar sobremanera a esas culpables de la lluvia de estos días, las nubes, aquí les traigo un librillo la mar de nuboso y fresco. La fábrica de nubes, una de las novedades de esta primavera, de Arianne Faber y editada por A Buen Paso, es un buen libro de imágenes para prelectores que aúna uno de los juegos más antiguos del mundo, el adivinar las figuras que dibujan las nubes, y algo de fantasía. Las ilustraciones se podrían relacionar con el mundo del cómic y el garabato infantil, aspecto que unido al formato del libro (alargado), le da un toque muy actual.
¡Acabo de ver una libélula con forma de nube! ¿O puede que sea una nube con contorno de libélula?
Más centroeuropeas que mediterráneas, las nubes que surcan los cielos de una parte a otra de la geografía española, están empeñadas con hacernos sufrir un poco más, a nosotros y a todo bicho viviente (que se lo pregunten al cultivar de crisantemos que he plantado en mi balcón…), que no sólo el hombre vive de rayos de sol. El único consuelo que nos queda, a nosotros y todos los ingleses que vienen a ponerse cicateros -de todo- a la Costa Brava, es que el verano nos azote como es debido, con cuarenta grados a la sombra hasta que nos duela el pellejo de tanto sudar, y así poder seguir quejándonos, que es otra de las aficiones patrias.
Durante la espera (que será breve…, por ello rezo) y para no acusar sobremanera a esas culpables de la lluvia de estos días, las nubes, aquí les traigo un librillo la mar de nuboso y fresco. La fábrica de nubes, una de las novedades de esta primavera, de Arianne Faber y editada por A Buen Paso, es un buen libro de imágenes para prelectores que aúna uno de los juegos más antiguos del mundo, el adivinar las figuras que dibujan las nubes, y algo de fantasía. Las ilustraciones se podrían relacionar con el mundo del cómic y el garabato infantil, aspecto que unido al formato del libro (alargado), le da un toque muy actual.
¡Acabo de ver una libélula con forma de nube! ¿O puede que sea una nube con contorno de libélula?
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