miércoles, 10 de noviembre de 2010

Tesoros de la niñez


A Luis, bibliotecario escolar y fiel seguidor.

Conforme envejecemos (seamos fríos), no sólo peinamos canas, nos empeñamos en lucir como cuando éramos pipiolos o intentamos retomar aquellas aficiones que en su día nos parecían auténticas pesadillas, también dejamos de olvidar para empezar a recordar…
A muchos les parece triste eso de cambiar el lustre de la juventud por la carcoma de la vejez, pero siempre hay un dulce sabor en lo añejo de la vida que, si no nos permite estirar las patas de gallo, recuperar el tono muscular y poner el michelín a rajatabla , bien nos valida para adelantar a los mozos que nos siguen con unos cuantos errores y una migaja de sabiduría, mientras contemplamos con una grata sonrisa ese puñado de recuerdos que atesoramos en una destartalada caja de zapatos o en una lata oxidada… Cromos, un zompo, cartas de amor, juegos de naipes y una bolsa de canicas, la piedra que recogimos durante aquel verano o esa cinta de casete con la canción que bailó nuestro primer beso… Todos guardamos lo más importante de nuestra niñez, de nuestra adolescencia, en los detalles más diminutos, no por esperar que un día otros los hallen y queden perplejos mientras intentan descifrar ese ávido coleccionismo, sino para, una vez llegue ese día en el que nos creamos mera hojarasca, podamos mirarlos y sonreír a esa vejez con la juventud del ayer…, porque nadie es senil atendiendo a la fecha de nacimiento que aparece en el D. N. I., se es viejo por no haber guardado ni un ápice de lozanía en lo más somero del corazón.

Ventura, Antonio. 2010. La caja de los tesoros. Ilustraciones de Juan Vidaurre. Barcelona: Sinsentido.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿que tal si utilizamos de banda sonora a esta reseña "Esas pequeñas cosas" de Serrat?.Saludos.Encarnita

Anónimo dijo...

Precios, precios y més precios, xé!!!
Muchas gracias Román por esta entrada unos días después de mi cumpleaños... la vejez es la vejez, pero yo sigo tan joven y lozano como siempre, jajaja. Un saludo desde tierras levantinas!! Luis E.

Anónimo dijo...

¡La caja de los tesoros! Y los bolsillos llenos de piedras, tornillos, 'diamantes', papeles,... Joyas a los ojos de los niños. Somos como ratones o como urracas... Debe ser el primer paso para el coleccionismo, pero me gusta más la caja de los tesoros. GRacias, Román. Saluditos, Miriam

Daniela Carolina Cañete dijo...

Atesorar recuerdos de nuestra infancia y adoldescencia es parte de nuestra identidad, tengo esa caja muy presente en mi vida, desde que soy madre, muchas gracias por este post Román!