Nos vamos haciendo viejos, cuestión que queda constatada por la cantidad de bodas, embarazos y bautizos que nos rodean. Será ley de vida esto de los altares, las mesas de parto y las pilas bautismales… ¡Ea!... Y a quién no le guste, que se compre un perro…
De perros, perras y otros mamíferos están llenas las tiendas de mascotas, lugares a los que peregrinan solteros de medio mundo para hacer más leve su soledad y de paso, esclavizarse hasta la pituitaria con las necesidades de bichos de toda índole. No es que me parezca mal…, pensándolo detenidamente, los niños te ladran a sabiendas y con malas intenciones, cosa que no sucede con los chuchos, las iguanas o las grajas. El mundo animal, aunque puede parecer de una complejidad pasmosa, no lo es tanto cuando convives a diario con él y terminas pensando que lo enrevesado se torna sorprendente.
Reconozco que los animales no son lo mío, pero admito que tener algo con vida girando en derredor, hace la estancia sobre esta tierra, esa sobre la que se depositan todo tipo de excrementos caninos, más llevadera y menos estática, con la pequeña aclaración de no comulgar con ese empeño de muchos dueños en tratar a sus mascotas como si de seres humanos se tratasen, ¡basta ya de correas de última generación, pret-a-porter animal y piensos de cinco tenedores!... Cobijo, comida, higiene, salud y cariño son las premisas básicas para mantener contento a su bicho de compañía, y si no me cree, lea los dos títulos de Janosch que la editorial El Jinete Azul ha sacado a la luz estos meses de hojas caídas y viento fresco.
Historia de Valek, el caballo y Valek y Jarosch tienen como protagonista a Valek, un equino con gran sensibilidad que, tras dejarse llevar por la pasión, descubre que detrás de un amo alegre y dicharachero, se encuentra la desdicha y la tristeza.
De perros, perras y otros mamíferos están llenas las tiendas de mascotas, lugares a los que peregrinan solteros de medio mundo para hacer más leve su soledad y de paso, esclavizarse hasta la pituitaria con las necesidades de bichos de toda índole. No es que me parezca mal…, pensándolo detenidamente, los niños te ladran a sabiendas y con malas intenciones, cosa que no sucede con los chuchos, las iguanas o las grajas. El mundo animal, aunque puede parecer de una complejidad pasmosa, no lo es tanto cuando convives a diario con él y terminas pensando que lo enrevesado se torna sorprendente.
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1 comentario:
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besoss
Catherine
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