Todavía no sé por qué les sorprende lo de Bárcenas, ese
personaje la mar de repeinado que se pasea de juzgado en juzgado dando sopas
con ondas a todo el que se tercie, incluido los acólitos de su propio partido
(¡qué grande es este tío!). Lo mejor de todo es que, como buen ladrón de guante
blanco, se la suda todo, y no es de extrañar dada su afición por todo
territorio que venga a llamarse paraíso fiscal.
Sí, sí… Discúlpenme las carcajadas… Es inevitable que me de
la risa con tanta desfachatez y caradura… Aunque…, bien pensado: ¿acaso algún
español es totalmente honrado? Dense golpes de pecho, conmisérense de sí mismos
y reduzcan sus pensamientos al examen de conciencia: aún no he visto
trabajador en este país que deje sus manos quietas ante una ganga cuya
propiedad ostenta su empresa… Los albañiles, ladrillos, los maestros, lápices,
los dependientes, ropa, los informáticos, pendrives…Un sinfín de hurtos en
pequeña escala que, aunque pensemos que no hacen daño a la empresa de nuestros
amores, la diezman y esquilman hasta la bancarrota, una realidad en
ultramarinos, tintorerías o bares de toda clase.
Es por ello que Robert Louis Stevenson dedicó gran parte de
su vida a criticar con ironía a todos aquellos que esquilman y roban a los
demás, sin pararse a pensar en ciertos códigos de honor que hasta los
mismísimos piratas de aguas bravas abanderan como consigna. Y dejándoles con
parte de uno de sus poemas, convertido en libro por la editorial Libros del
Zorro Rojo (me recuerda a Espronceda), me despido hasta un nuevo cañonazo.
Guerra y terror, muerte y dolor,
en mar y tierra y a babor,
los tiburones asesinos,
los enemigos viperinos,
la muerte horrible, el sol fatal,
el trueno del cañón mortal,
los bucaneros sanguinarios,
y el más atroz de los corsarios,
todo eso puedo soportar.
En cambio a ti… ¡te voy a dar!.
Robert Louis Stevenson.
En: El pirata y el boticario.
Ilustraciones de
Henning Wagenbreth
2013. Madrid: Libros
del Zorro Rojo.
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