Después de algunos años
sin celebrar el Jueves Lardero, aquí estoy, preparando lo que será
la tarde... Para todos aquellos que no lo sepan, por estos lares
(incluidos otros muchos de la mitad oriental peninsular..., ya saben
que nosotros y los maños, primos hermanos) celebramos el anticipo a
las máscaras hoy, el jueves previo al Miércoles de Ceniza, un
festejo en el que es obligado ir al campo (si no pilla cerca siempre
podemos echar mano de algún parque) provisto de un opíparo
cargamento de comida (si son derivados del gorrino, mejor que mejor),
bastante condumio y, lo que llamamos, una mona, o lo que es igual, un
derivado del hornazo que no deja de ser un bollo coronado por un
huevo duro (en estos tiempos ya se empiezan a ver huevos de
chocolate, aunque yo prefiero el clásico para sacudirle a algún
incauto con él en la frente).
Dicen que la cosa viene
de lejos y, como casi todo en España, tiene que ver con los hábitos
alimenticios y el catolicismo, una combinación a veces exquisita y
otras un bastante rancia pero que queda grabada en la retina de todos
por resumirse en una jornada campestre donde niños, jóvenes y
mayores, ríen, cantan y juegan despidiendo a Don Carnal y dando la
bienvenida a Doña Cuaresma. Luego llega el carnaval y todo es una
fiesta, que unos empezamos antes y otros dicen adiós con el llamado
Sábado de Piñata.
Espero que no aprieten
mucho hoy (cuando era un niño nos pasábamos la tarde haciendo el
mico de bote en bote, de juego en juego, de risa a risa) y que se
recojan con la caída del sol, más que nada porque el día de hoy es
el pistoletazo de salida para que máscaras y disfraces llenen los
colegios, las plazas y las calles, para que vivimos otras vidas,
dejemos volar la imaginación y, sobre todo, olvidemos el mundanal
ruido que de tanta fantasía escasea.
¡Eso sí! ¡No dejen
para el último día el disfraz! Den muchas vueltas a la cabeza,
hagan lluvia de ideas e intercambien opiniones con el soñador de
turno, no sea que el sábado se cierna sobre sus cabeza y les pille
en paños menores, compuestos y sin careta, algo que unas veces tiene
sus pros (¡la de veces que he improvisado y lo bien que lo he
pasado!) y otras sus contras (Ser el único humano es un solemne
coñazo)...
Y como un servidor es buena gente aquí les dejo con El
carnaval de los animales de Marianne Dubuc (editorial Juventud),
un hermoso catálogo de disfraces en forma de boardbook, para que
vayan pensando y de paso, disfrutando junto a estas chirigotas del concurso gaditano que se celebra mañana en el Gran Teatro Falla.
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