Continuo revisando la
estantería y me encuentro con otro de los libros misteriosos de
Chris van Allsburg, en este caso La escoba de la viuda, un
álbum editado en castellano por Fondo de Cultura Económica. Aunque
mucha gente conoce Jumanji o El expreso polar gracias a
su adaptación a la gran pantalla, para un servidor merecen más
atención otras obras de este mago de la intriga y el suspense...
Ni
que decir tiene que la La escoba de la viuda es un
libro redondo, no sólo en lo que se refiere a una estructura, sino
por la multitud de elementos que, a pesar de pasar desapercibidos por
muchos lectores, son necesarios para darle un sentido global a la
lectura de esta obra.
En primer lugar me
gustaría llamar la atención sobre el formato vertical del libro,
uno poco frecuente a la hora de trabajar el libro-álbum pero que,
sin embargo, en este título ayuda a la narración, no sólo por
concordar con la fisionomía de la escoba, un objeto provisto de un
palo y sus cerdas, sino por ser idóneo para la composición en
primeros planos (Van Allsburg tiene verdadera debilidad por ellos) en
contrapicado que componen la mayor parte de las ilustraciones para
dar sentido de profundidad (existencia de un horizonte) en las
imágenes.
En segundo lugar hay que
apuntar al argumento y el tipo de narración... El comienzo de esta
historia y que podríamos llamar introducción por ser la única
parte del texto narrado en presente, es muy poderoso ya que nos pone
en antecedentes ante lo inverosímil de un hecho: las escobas de las
brujas también tienen un tiempo de vida útil. Es así como, el
autor, intencionadamente, incluye un detalle sobre el que muchos
lectores no se habían percatado antes y lo utiliza como excusa para
desarrollar su narración. También podríamos destacar que esta
historia tiene rasgos diferenciadores clásicos como para adscribirse
a un cuento de hadas contemporáneo y en el que aparecen algunas de
las funciones de Propp (la que más me gusta es que el héroe, en
este caso la viuda, recibe un objeto mágico).
En lo que se refiere al
tipo de ilustraciones, cabe decir que la atmósfera gris y
desdibujada que aporta el uso del grafito a la hora de realizar las
ilustraciones es un gran acierto. Si a ello unimos que éstas
funcionan de una manera predictiva (anteceden al texto escrito) o
complementaria (añaden detalles sobre él) el resultado es, como
siempre que hablamos de Van Allsburg, exquisito. Así mismo me
gustaría señalar las tres dobles páginas más interesantes en lo
que a ilustración se refiere y que les incluyo a continuación.
Las tres están formadas
por dos parejas de ilustraciones que constituyen los “fotogramas”
de comienzo y final de una secuencia interrumpida, es decir, el autor
ha omitido las escenas intermedias para que el espectador genere las
secuencias de manera completa pero inconsciente, es decir, que
enriquezca de una manera virtual y fantástica la narración. Si a
ello añadimos que el espectador no realiza una foto fija, sino que
el objetivo/ojo se mueve junto al objeto en movimiento (en la primera
escena la bruja, en la segunda el perro y en la tercera la escoba
blanca), podemos decir que el ejercicio de interacción con el lector
es más que notable.
En lo que a composición
textual se refiere, podemos hablar de una prosa tejida con frases
cortas y directas enmarcadas entre calabazas (más que un símbolo en
festividades paganas anglosajonas) que dejan sugerencias e incógnitas
a un lector que gusta de continuar un universo de ficción, de
construir conjeturas al libre albedrío gracias a elementos propios o
ajenos del ideario colectivo.
En definitiva, les
recomiendo que se dejen seducir por esta historia en la que una viuda
recibe un regalo más que útil como agradecimiento a los cuidados
prestados a una bruja caída del cielo. Más si cabe cuando lo que en
principio puede parecer una lectura lineal, no lo es tanto y tiene
muchísimos niveles discursivos, entre los que caben la defensa de lo
propio, el uso de la astucia como forma de supervivencia, la
dicotomía entre lo fantástico y lo real, la necesidad de la
compañía cuando se aproxima la tercera edad, el gusto por las artes
y el trabajo, o que la deslealtad, la envidia o el alcahueteo son
enormes defectos humanos.
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