jueves, 22 de febrero de 2018

De brujas, escobas y un gran libro



Continuo revisando la estantería y me encuentro con otro de los libros misteriosos de Chris van Allsburg, en este caso La escoba de la viuda, un álbum editado en castellano por Fondo de Cultura Económica. Aunque mucha gente conoce Jumanji o El expreso polar gracias a su adaptación a la gran pantalla, para un servidor merecen más atención otras obras de este mago de la intriga y el suspense...
Ni que decir tiene que la La escoba de la viuda es un libro redondo, no sólo en lo que se refiere a una estructura, sino por la multitud de elementos que, a pesar de pasar desapercibidos por muchos lectores, son necesarios para darle un sentido global a la lectura de esta obra.


En primer lugar me gustaría llamar la atención sobre el formato vertical del libro, uno poco frecuente a la hora de trabajar el libro-álbum pero que, sin embargo, en este título ayuda a la narración, no sólo por concordar con la fisionomía de la escoba, un objeto provisto de un palo y sus cerdas, sino por ser idóneo para la composición en primeros planos (Van Allsburg tiene verdadera debilidad por ellos) en contrapicado que componen la mayor parte de las ilustraciones para dar sentido de profundidad (existencia de un horizonte) en las imágenes.


En segundo lugar hay que apuntar al argumento y el tipo de narración... El comienzo de esta historia y que podríamos llamar introducción por ser la única parte del texto narrado en presente, es muy poderoso ya que nos pone en antecedentes ante lo inverosímil de un hecho: las escobas de las brujas también tienen un tiempo de vida útil. Es así como, el autor, intencionadamente, incluye un detalle sobre el que muchos lectores no se habían percatado antes y lo utiliza como excusa para desarrollar su narración. También podríamos destacar que esta historia tiene rasgos diferenciadores clásicos como para adscribirse a un cuento de hadas contemporáneo y en el que aparecen algunas de las funciones de Propp (la que más me gusta es que el héroe, en este caso la viuda, recibe un objeto mágico).


En lo que se refiere al tipo de ilustraciones, cabe decir que la atmósfera gris y desdibujada que aporta el uso del grafito a la hora de realizar las ilustraciones es un gran acierto. Si a ello unimos que éstas funcionan de una manera predictiva (anteceden al texto escrito) o complementaria (añaden detalles sobre él) el resultado es, como siempre que hablamos de Van Allsburg, exquisito. Así mismo me gustaría señalar las tres dobles páginas más interesantes en lo que a ilustración se refiere y que les incluyo a continuación.




Las tres están formadas por dos parejas de ilustraciones que constituyen los “fotogramas” de comienzo y final de una secuencia interrumpida, es decir, el autor ha omitido las escenas intermedias para que el espectador genere las secuencias de manera completa pero inconsciente, es decir, que enriquezca de una manera virtual y fantástica la narración. Si a ello añadimos que el espectador no realiza una foto fija, sino que el objetivo/ojo se mueve junto al objeto en movimiento (en la primera escena la bruja, en la segunda el perro y en la tercera la escoba blanca), podemos decir que el ejercicio de interacción con el lector es más que notable.


En lo que a composición textual se refiere, podemos hablar de una prosa tejida con frases cortas y directas enmarcadas entre calabazas (más que un símbolo en festividades paganas anglosajonas) que dejan sugerencias e incógnitas a un lector que gusta de continuar un universo de ficción, de construir conjeturas al libre albedrío gracias a elementos propios o ajenos del ideario colectivo.


En definitiva, les recomiendo que se dejen seducir por esta historia en la que una viuda recibe un regalo más que útil como agradecimiento a los cuidados prestados a una bruja caída del cielo. Más si cabe cuando lo que en principio puede parecer una lectura lineal, no lo es tanto y tiene muchísimos niveles discursivos, entre los que caben la defensa de lo propio, el uso de la astucia como forma de supervivencia, la dicotomía entre lo fantástico y lo real, la necesidad de la compañía cuando se aproxima la tercera edad, el gusto por las artes y el trabajo, o que la deslealtad, la envidia o el alcahueteo son enormes defectos humanos.

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