Últimamente me persiguen los mundos paralelos. Por h o por b, siempre doy con películas, series o libros que hablan de estos fenómenos supuestamente posibles. Y no es de extrañar teniendo en cuenta que, desde que Einstein y otros científicos se pusieron manos a la obra con la física cuántica, es más frecuente encontrar estos contextos en las producciones de ficción.
Según algunas teorías, el universo que habitamos pertenece al llamado multiverso, el conjunto de universos posibles. La definición de este concepto, como muchos otros, cambia de unos autores a otros, y el multiverso puede contener dimensiones paralelas o anidadas, simétricas o completamente aisladas. Todo depende de cómo se dispongan en él la materia y la energía, de cómo fluya el tiempo y se organice el espacio.
Fondo de Cultura Económica acaba de lanzar en nuestro país lo nuevo de la multipremiada Isol Misenta. La costura, que así se titula, nos habla de Lila y su mala cabeza. Pierde todo. Las llaves, los lápices o el paraguas. Pero está convencida de que todas esas cosas acaban en el lado de atrás, ese del que le ha hablado la abuela. Así empieza a ver agujeros por todos lados y decide poner fin a esta situación zurciéndolos. Sin embargo, sus costuras van a provocar un serio problema sobre el lado de afuera, el que habitan ella y toda la gente de su pueblo. ¿Podrá remediarlo?
Además de su ya clásica línea temblorosa, algunos recursos del cómic o la familia como contexto narrativo, Isol toma como escenario de este libro los bordados de un chal tradicional palestino, uno que fue creado para el proyecto “Palestinian Art History as Told by Everyday Objects”, desarrollado por el Palestinian Museum.
Isol juega con el derecho y el revés, con la trama y los hilos, con los juegos de perspectiva, para proponernos una fábula cotidiana llena de poesía, pero también de magia. Poniendo de manifiesto cómo algunas personas son capaces de ver la magia que se desborda por un mundo en el que corren linces de cinco patas o ratones de ojos brillantes.
Del mismo modo, ahonda en la relación que los niños tienen con los mayores, con sus historias. Cómo, partiendo de lo inverosímil, cualquier cosa puede tomar forma. Ese es el poder de la imaginación, el de cambiar el mundo con lo más insignificante, en este caso una aguja y un hilo.
También se zambulle en los conceptos causa y efecto, en la inocencia infantil, en su desconocimiento, en cómo la ignorancia puede cambiar el curso de las cosas, un recurso narrativo que la autora argentina rescata de los cuentos populares.
Como punto y final a esta reseña, les remito a la dedicatoria de un libro que también rinde tributo a la figura de su padre, recientemente fallecido, un habitante más de ese otro lado del que desconocemos su existencia y que en muchas ocasiones es un alivio más a nuestra naturaleza mortal.
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