Rafik Schami, en una de sus obras, dice algo así como que los genios, sólo lo son en una décima parte, las nueve partes restantes son, simplemente, niños.
La verdad, que hay algo especial en los niños, no sé qué es, pero lo hay. Puede ser que ese maravilloso compendio entre la supuesta inocencia que destilan, su innegable sinceridad, lo amplio de sus sonrisas, la mentira que a veces encierran en sus lágrimas que nos hacen sentir culpables o lo curioso de sus atentas miradas, los haga tan especiales.
Niños, como adultos, los hay de muchas clases: embobados, despiertos, soñadores, solitarios, malvados, bondadosos, amigables, listos, salvajes, divertidos, bromistas, deportistas, saltarines, aventureros, llorones y tranquilos. Eso sí, la mayor parte son inofensivos, cosa que no ocurre en el caso de las personas creciditas… Si nos atrevemos, pensemos en porqué…
A tenor de estas cosas de niños -también de adultos-, recomendar la obra de un autor que nos enamora (a algunos) con sus conversaciones de niños, tan graciosas, sonoras y amenas que nos sentimos desbordar: Luis Pescetti (El pulpo está crudo, Frin). Como muestra, un botón. Disfrútelo:
- ¿Mo me quelé?
- Chi.
- A mer…¿cuánto?
- Muto.
- ¿”Muto” o “muto muto”?
- Mtísimo…¡Achí!
- Uh, qué lino.
- ¿Y mó? ¿Me quelé?
- ¡Uh! Maquel chol.
- ¿El chol nomá?
- El chol, la luna, lasteyas, la tiela…toro. Toro, toro, toro. Achí, má que toro nel nivercho. - Uh, qué lino…Amél, namun mechito.
- Tomá…muá.
- Oto.
- Muuá.
- Oto.
- Muuuuá.
La verdad, que hay algo especial en los niños, no sé qué es, pero lo hay. Puede ser que ese maravilloso compendio entre la supuesta inocencia que destilan, su innegable sinceridad, lo amplio de sus sonrisas, la mentira que a veces encierran en sus lágrimas que nos hacen sentir culpables o lo curioso de sus atentas miradas, los haga tan especiales.
Niños, como adultos, los hay de muchas clases: embobados, despiertos, soñadores, solitarios, malvados, bondadosos, amigables, listos, salvajes, divertidos, bromistas, deportistas, saltarines, aventureros, llorones y tranquilos. Eso sí, la mayor parte son inofensivos, cosa que no ocurre en el caso de las personas creciditas… Si nos atrevemos, pensemos en porqué…
A tenor de estas cosas de niños -también de adultos-, recomendar la obra de un autor que nos enamora (a algunos) con sus conversaciones de niños, tan graciosas, sonoras y amenas que nos sentimos desbordar: Luis Pescetti (El pulpo está crudo, Frin). Como muestra, un botón. Disfrútelo:
- ¿Mo me quelé?
- Chi.
- A mer…¿cuánto?
- Muto.
- ¿”Muto” o “muto muto”?
- Mtísimo…¡Achí!
- Uh, qué lino.
- ¿Y mó? ¿Me quelé?
- ¡Uh! Maquel chol.
- ¿El chol nomá?
- El chol, la luna, lasteyas, la tiela…toro. Toro, toro, toro. Achí, má que toro nel nivercho. - Uh, qué lino…Amél, namun mechito.
- Tomá…muá.
- Oto.
- Muuá.
- Oto.
- Muuuuá.
1 comentario:
Luis es un escritor genial, no he leído ninguno pero los pequeños parráfos que encuentro en la red me agradan en demasía, visita su web y encontrarás más, saludos!
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