Dado que ayer no tuve otra cosa mejor que hacer que defender el ecologismo, hoy, me redimiré de tamaño pecado con un discurso de ecología (no es lo mismo). Para ello me serviré de la televisión… ¡Inaudito! (qué necio soy, con lo que me ha gustado la tele y yo aquí, yendo de progre…).
Hace un par de años, cierto sábado, por casualidad, en la segunda cadena de TVE, me topé con una entrevista a Josefina Castellví, una de las científicas españolas galardonadas con el premio Príncipe de Asturias en su categoría científica por su trabajo en la Antártida a bordo del Hespérides. Además de relatar experiencias maravillosas, el entrevistador le pidió su opinión respecto al cambio climático. Ella, como buena científica, sin dejarse llevar por las corrientes políticas del momento (lo peor que le puede pasar a un intelectual es comulgar con este u otro partido, ya que pierde la equidad, por no hablar de la libertad…), respondió que, esta crisis climática de la que se habla, sabemos, con toda probabilidad, que forma parte de las innumerables crisis climáticas que ha experimentado nuestro planeta a lo largo de su existencia. Lo que desconocemos de esta crisis es, en qué grado, la intervención humana es una de las causas. También apuntaba Castellví que la prevención es una gran baza, teniendo en cuenta que las Apocalipsis ecológicas, no son capaces de destruir nuestro gran hogar, pero sí amenazar nuestra misma supervivencia.
Y para apoyar esa prevención que facilite el equilibro de la Tierra, hoy les invito a deleitarse con las páginas de un álbum ilustrado ciertamente espléndido, brillante.
El canto de las ballenas, de Dyan Sheldon y Gary Blythe es una sencilla fábula que defiende ciertos aspectos sobre el amor a la naturaleza a propósito de los anhelos de una niña: su principal deseo es oír el canto de las ballenas. La historia, acompañada por las deliciosas imágenes de Gary Blythe, -no comprendo como el pincel de este hombre es capaz de captar tanta magia en el rostro de un niño- es un lujo para los sentidos.
Hace un par de años, cierto sábado, por casualidad, en la segunda cadena de TVE, me topé con una entrevista a Josefina Castellví, una de las científicas españolas galardonadas con el premio Príncipe de Asturias en su categoría científica por su trabajo en la Antártida a bordo del Hespérides. Además de relatar experiencias maravillosas, el entrevistador le pidió su opinión respecto al cambio climático. Ella, como buena científica, sin dejarse llevar por las corrientes políticas del momento (lo peor que le puede pasar a un intelectual es comulgar con este u otro partido, ya que pierde la equidad, por no hablar de la libertad…), respondió que, esta crisis climática de la que se habla, sabemos, con toda probabilidad, que forma parte de las innumerables crisis climáticas que ha experimentado nuestro planeta a lo largo de su existencia. Lo que desconocemos de esta crisis es, en qué grado, la intervención humana es una de las causas. También apuntaba Castellví que la prevención es una gran baza, teniendo en cuenta que las Apocalipsis ecológicas, no son capaces de destruir nuestro gran hogar, pero sí amenazar nuestra misma supervivencia.
Y para apoyar esa prevención que facilite el equilibro de la Tierra, hoy les invito a deleitarse con las páginas de un álbum ilustrado ciertamente espléndido, brillante.
El canto de las ballenas, de Dyan Sheldon y Gary Blythe es una sencilla fábula que defiende ciertos aspectos sobre el amor a la naturaleza a propósito de los anhelos de una niña: su principal deseo es oír el canto de las ballenas. La historia, acompañada por las deliciosas imágenes de Gary Blythe, -no comprendo como el pincel de este hombre es capaz de captar tanta magia en el rostro de un niño- es un lujo para los sentidos.
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