Dice el decálogo de buen adulto que para ingresar en la vida del hombre hecho y derecho es necesario dejar las pataletas a un lado, encarar los problemas de frente y, si se pierde la batalla, admitir la derrota deportivamente. A lo que yo objeto que naranjas de la China, sobre todo si tratamos asuntos de Estado (español, el auténtico, claro está), en los que más vale agazaparse como un conejo asustado o berrear como un cordero destetado.
Todos sabemos que aquí, quien no llora, no mama. Y es que lo que les pasa a nuestros políticos tiene más que ver con los pezones que con la vocación. Les ilustro para la ocasión para que ustedes comparen: aquel que como inexperto lactante se engancha a una buena teta, succiona de ella hasta pegar un reventón o, en su defecto, un buen bocado, cosa que ciertas madres traducen en leche en polvo, tajadas de tocino, mendrugos de pan o un buen manotazo. Del golpe, el nene sale despedido hasta la ionosfera, y una de dos, o se harta de reír contemplando el espacio sideral, o pilla una llantina de siete pares de narices, a lo que mamá, esa que da mucho y pide poco, responderá con a) un arrumaco y varios mimos o b) decide dejarlo con la pataleta hasta que desciendan los decibelios de sus sollozos y se quede más suave que un guante.
¿Alguien me hace un cuadro comparativo entre los bebés y la clase política?
Y en honor de los adultos enrabietados por falta de un caramelo, carantoñas, alabanzas, aduladores, atención mediática, séquitos, sueldos inmerecidos, privilegios desorbitados y nombramientos de quita y pon, hoy recomiendo dos libros que tratan la furia desmedida y la rabia incontrolada: ¡Vaya rabieta! de Mireille d’Allancé -Corimbo- (un libro que le encanta a Encarnita… ¿será por el precio?) y Fernando Furioso, de Hiawyn Oram y mi admirado Satoshi Kitamura -Ekaré-.
Y no se mosqueen... El que se cabrea tira la garrota y cuando la recoge ya la tiene rota.
Todos sabemos que aquí, quien no llora, no mama. Y es que lo que les pasa a nuestros políticos tiene más que ver con los pezones que con la vocación. Les ilustro para la ocasión para que ustedes comparen: aquel que como inexperto lactante se engancha a una buena teta, succiona de ella hasta pegar un reventón o, en su defecto, un buen bocado, cosa que ciertas madres traducen en leche en polvo, tajadas de tocino, mendrugos de pan o un buen manotazo. Del golpe, el nene sale despedido hasta la ionosfera, y una de dos, o se harta de reír contemplando el espacio sideral, o pilla una llantina de siete pares de narices, a lo que mamá, esa que da mucho y pide poco, responderá con a) un arrumaco y varios mimos o b) decide dejarlo con la pataleta hasta que desciendan los decibelios de sus sollozos y se quede más suave que un guante.
¿Alguien me hace un cuadro comparativo entre los bebés y la clase política?
Y en honor de los adultos enrabietados por falta de un caramelo, carantoñas, alabanzas, aduladores, atención mediática, séquitos, sueldos inmerecidos, privilegios desorbitados y nombramientos de quita y pon, hoy recomiendo dos libros que tratan la furia desmedida y la rabia incontrolada: ¡Vaya rabieta! de Mireille d’Allancé -Corimbo- (un libro que le encanta a Encarnita… ¿será por el precio?) y Fernando Furioso, de Hiawyn Oram y mi admirado Satoshi Kitamura -Ekaré-.
Y no se mosqueen... El que se cabrea tira la garrota y cuando la recoge ya la tiene rota.
1 comentario:
Hola Román, me encantan estos dos libros. sólo comentarte que acaban se sacar el de Fernando en edición de tapa dura, al mismo buen precio.El de Vaya rabieta, está en todos los formatos: mini, normal (de tapa normal y dura) y bilingue).
Por cierto me compré, uno que reseñaste, y no conocía, el de Toda la verdad,y lo acompañé (era un regalo) con Colección de mentiras ilustradas (Edit. Tandem, creo que de Aitana Carrasco).
Y me voy a permitir la licencia de hacerte dos recomendaciones:
La puerta (Editorial Corimbo) y Qué niño más lento (de Lucia Serrano la de El día que olvidé...).A ver si nos vemos con más tiempo, que siempre vamos corriendo...Bs y recuerdos a Amparito que la verás antes que yo.Encarnita
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