Siempre
sido un gran defensor del libro-albúm de divulgación o libro de entendimiento.
Y lo seguiré siendo aunque esta denominación se vaya diluyendo debido a la
ingente cantidad de libros que se publican y que solapan tanto conceptos como
finalidades (he ahí el problema de la indefinición de “Literatura Infantil y Juvenil”…,
todos los años, lo mismo…).
El
álbum ilustrado de divulgación es un libro que, aunque carece en gran parte de
un sentido literario estricto, explica de manera expositiva una parcela del
mundo real a través del alto contenido gráfico/ilustrado que posee. Y muchos
dirán: ¿Qué diferencia a estos libros de los tan odiados libros de texto?...
Ahí voy, ¡de cabeza!
Aunque
muchos constatamos que la principal diferencia reside en el formato (cualquier
libro de texto no baja de las cien páginas), me gustaría apuntar varios
comentarios sobre la segunda, es decir, el tratamiento de las imágenes. En el
libro de entendimiento, las imágenes ayudan a la comprensión lectora pero sin
dogmatismos; abren la mente del lector y la enriquecen; y no se crea un hueco a
modo de calzador, sino que penetran de manera sutil.
Y
me rebatirán: Sí, sí… pero, ¿y las de los libros de texto? ¿Qué libro de texto
no tiene ilustraciones hoy día?… La mayor parte las tienen, aunque usadas como
un mero añadido que embellece pero no ilustra (podríamos llamarlas “dibujos”). También
señalar que la mayor parte están realizadas con ordenador, una técnica de bajo
coste y sencilla que poco tiene que ver con las que desarrollan los autores de
los álbumes del aprendizaje, donde el humor, los detalles y la interacción con
el lector, es más que palpable.
De
entre los grandes autores de los libros de conocimientos que disfruté durante
la niñez (o ya como adulto), podría citar a David Macaulay, Steve Jenkins, o,
cómo no, a Richard Scarry (mi favorito) que regresa a las estanterías de
nuestro país gracias a la publicación de El
gran libro de la escuela (editorial Kókinos), una suerte de páginas llenas
de animales con ansía de aprender, jugar y sonreír (espero que algo parecido
les ocurra a mis alumnos…).
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