Demasiada
polémica hay en torno a la cuestión televisiva, esa que genera cierto empleo
pero arrastra muchos gastos, todo ella al servicio de un poder basado en los
medios de comunicación de masas.
El
cinismo de los políticos, como los aviones, llega a límites estratosféricos, un
lugar de altos vuelos que, basado en la ignorancia de la gente, limpia, brilla
y da esplendor a cualquier cerebro humano que se preste a ver la tele durante
unas cuantas horas al día. Desde los inicios, la televisión, esa reina de la
imagen hoy día dirigida a paquidermos de manta y sofá (la radio y el periódico
son entretenimientos más neuronales), ha sido utilizada por magnates de todo
tipo y condición, para vendernos sus productos, llámense estos detergentes,
turrones (este año no se va a hacer tarde…), planes de pensiones o propaganda
electoral -para lo que mayoritariamente ha quedado-.
Desde
cualquier programa de entretenimiento, pasando por los telediarios, o incluso
el tiempo de cualquier cadena televisiva pública (manda huevos), nos embuchan
cuñas publicitarias, salves y consignas de este o aquel partido político, y son
capaces de aburrir al más analfabeto del lugar, una realidad que dice poco a
favor de los profesionales de este sector, unos trabajadores que, como putas
por rastrojo, se dedican a vender sus servicios al mejor postor, o en su
defecto, al cacique/político de turno que amenaza con EREs, despidos y
desmantelamientos a diestro y siniestro (aunque bien pensado, ¿en qué lugar de
la Administración se destierra toda inclinación partidista?).
Si
por mi fuese, cerraría TODAS las televisiones públicas españolas, bien sean
locales, autonómicas o nacionales, todas ellas meros púlpitos y escenarios de
este o aquel partido que denigran nuestra inteligencia y más que informar,
cansan y envilecen.
Por
ello aplaudo a todo aquel ciudadano que, sensible a lo que nos acontece, apaga
la caja tonta y abre un libro, que en este caso bien podría ser S.O.S. Televisión de Germano Zullo y Albertine
(autores de Los pájaros) que, de la
mano de la editorial Ekaré, nos acercan al mundo de la imagen y el sonido, a
su omnipresencia y a cómo hacerle frente a su ausencia, con una pizca de humor y otra de crítica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario