lunes, 22 de septiembre de 2014

De grises a cromáticos


Tras dejarme los higadillos -y la cartera- en la feria, y sufrir un comienzo de curso bastante aburrido (necesito algo más excitante y diferente), aquí regreso tras un verano movidito (tanto por el kilometraje, como por las emociones) en el que mi cabeza ha dejado a un lado letras y problemas, y se ha dedicado a otros menesteres más banales (léase comer, beber y dormir: la columnata del descanso). Y he aquí el resultado: una verborrea no tan aguda como de costumbre (como cualquier vehículo aparcado durante meses, el cerebro necesita su tiempo para arrancar…) y un discurso no tan bien articulado como me gustaría, pero… ¡Empezamos!
Pasados ya julio, agosto y buena parte de septiembre, cogí el mando a distancia y, haciendo un esfuerzo sobrehumano para recordar su funcionamiento, encendí el televisor, constatando una vez más, que la actualidad (en contra de lo que cabe esperar) sigue siendo similar a la de junio: un coñazo. Un crecimiento económico que no llega, la Merkel sigue jodiéndonos, Putin dando por culo, los yihadistas más que Putin, Mas continua a cuestas con la consulta soberanista, nuestro flamante rey pinta menos que una mona, Rajoy gobernando a la gallega, y todo el mundo engrosando las listas del paro. En resumidas cuentas, un septiembre igual de gris que los anteriores…


A pesar de ello, algo me dice que debemos ser optimistas. No por la liquidez que Europa insufla a los bancos, ni por las temibles ideas de Montoro (el amor de este hombre por las clases medias es inhumano), ni por el (des)esperanzador discurso de Podemos, ni por la popular aproximación del tal Pedro Gómez a las clases obreras (manda huevos que haya que hacer uso de “Sálvame” para captar abuelas y analfabetos… ¿por qué no va también a MHYV?), sino por nosotros mismos. Hay que creer en nuestra capacidad para idear, para imaginar nuevas formas de negocio, para revolucionar los campos de la ciencia, de la tecnología, de la empresa, de los servicios sociales, del arte y de la literatura. Se empieza a ver algo de color en nuestras vidas, a tornar el blanco y negro en algo más productivo, algo más especial; un mensaje similar al que El hombrecillo vestido de gris y otros cuentos de Fernando Alonso y con ilustraciones del genial Ulises Wensell, un libro ya clásico (desde que ganara el Premio Lazarillo en los setenta) y  recién re-editado por Kalandraka (creo que han aprovechado para comprar todo el fondo de armario de Alfaguara), hace referencia.
Empiecen bien la temporada lijera y no se lo pierdan.

1 comentario:

miriabad dijo...

Me encanta que reediten clásicos ligeros españoles. Bonito regreso, Román.Bien hallado.