viernes, 31 de marzo de 2017

Entre ficción y realidad


Las carteleras lucían la semana pasada el estreno de la última superproducción de la factoría Disney, La bella y la bestia, una película -se supone- para todas las edades (N.B.: Estos saben lo que hacen... Los niños necesitan cuentos de hadas, los adolescentes babeando con la Emma Watson, y los que empiezan a peinar canas recordando su infancia con la versión de dibujos animados que cautivó a medio mundo. Resultado: negocio redondo) que está basada en la versión homónima de esta historia (y bastante edulcorada, por cierto) de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. Y digo versión porque, aunque se le atribuye a esta señora la autoría del relato, en realidad pertenece a Gabrielle Suzanne Barbot de Villeneuve (1740). No obstante y teniendo en cuenta que la literatura es un proceso en evolución y revisión constante en el que suceden multitud de procesos de mutación, hay que decir que esta narración recibe muchas influencias de la literatura occidental ya que se pueden encontrar muchas similitudes en los cuentos de otros autores (ver La piacevoli notti de Gianfrancesco Straparola de 1550 u otros cuentos de Perrault, Madame d'Aulnoy o Giambattista Basile) que a su vez se pueden relacionar con narraciones clásicas entre las que destacan las de Cupido y Psique, Edipo o El asno de oro incluidas todas ellas en La metamorfosis de Apuleyo (siglo II).



Otro dato interesante es que la historia de Villeneuve, además de estar influenciada por todos los autores que se han citado, parece ser que está relacionada con un hecho histórico protagonizado por un español, concretamente Petrus Gonsalvus un tinerfeño de origen guanche que nació en 1537 y que sufría hipertricosis, una mutación genética que provoca la hiperproliferación de vello largo y espeso por todo el cuerpo incluyendo el rostro y otras zonas que generalmente se encuentran lampiñas. Cuando contaba diez años de edad fue enviado como regalo a Bruselas, a la corte del emperador Carlos V. Durante la travesía, el barco en el que navegaba fue apresado por unos corsarios franceses que posteriormente lo entregarían como obsequio a Enrique II por entonces rey de Francia. Es allí donde Petrus recibió una educación refinada y se le concedió el tratamiento de “Don”. A la muerte del monarca, su esposa Catalina de Médicis, le concertó matrimonio con Catherine, una joven francesa. Tras la sorpresa inicial (ingrata) de Catherine, ambos se fueron conociendo, congeniaron y llegaron a tener seis hijos, cuatro de los cuales heredaron la mutación de su padre. Petrus Gonzalvus murió en 1618 con ochenta años.


He aquí dos pruebas más de que la Literatura, se oriente hacia los niños o los adultos, está relacionada con muchas cuestiones de la vida. la Literatura también tiene sus historias, coincidencias de las que muchos se olvidan pero que hay que recordar de tanto en cuanto (¿o cuento?). Lo único que espero es que, dentro de medio siglo (si llego), no tenga que escuchar que la bestia no es más que una invención de los estudios de Micky Mouse. Sería un varapalo para la historia, para Petrus Gonsalvus y Barbot de Villeneuve.


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