Las carteleras lucían la semana pasada el estreno de la última superproducción de la factoría
Disney, La bella y la bestia, una película -se supone- para todas las
edades (N.B.: Estos saben lo que hacen... Los niños necesitan
cuentos de hadas, los adolescentes babeando con la Emma Watson, y los
que empiezan a peinar canas recordando su infancia con la versión de
dibujos animados que cautivó a medio mundo. Resultado: negocio
redondo) que está basada en la versión homónima de esta historia (y bastante
edulcorada, por cierto) de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. Y digo versión porque, aunque se le atribuye a esta señora la autoría del relato, en realidad pertenece a
Gabrielle Suzanne Barbot de Villeneuve (1740). No obstante y teniendo
en cuenta que la literatura es un proceso en evolución y revisión
constante en el que suceden multitud de procesos de mutación, hay
que decir que esta narración recibe muchas influencias de la
literatura occidental ya que se pueden encontrar muchas similitudes en los cuentos de otros autores (ver La piacevoli notti de
Gianfrancesco Straparola de 1550 u otros cuentos de Perrault, Madame
d'Aulnoy o Giambattista Basile) que a su vez se pueden relacionar con
narraciones clásicas entre las que destacan las de Cupido y
Psique, Edipo o El asno de oro incluidas todas
ellas en La metamorfosis de Apuleyo (siglo II).
Otro dato interesante es
que la historia de Villeneuve, además de estar influenciada por
todos los autores que se han citado, parece ser que está relacionada
con un hecho histórico protagonizado por un español, concretamente
Petrus Gonsalvus un tinerfeño de origen guanche que nació en 1537 y
que sufría hipertricosis, una mutación genética que provoca la
hiperproliferación de vello largo y espeso por todo el cuerpo
incluyendo el rostro y otras zonas que generalmente se encuentran
lampiñas. Cuando contaba diez años de edad fue enviado como regalo
a Bruselas, a la corte del emperador Carlos V. Durante la travesía,
el barco en el que navegaba fue apresado por unos corsarios franceses
que posteriormente lo entregarían como obsequio a Enrique II por
entonces rey de Francia. Es allí donde Petrus recibió una educación
refinada y se le concedió el tratamiento de “Don”. A la muerte del
monarca, su esposa Catalina de Médicis, le concertó matrimonio con
Catherine, una joven francesa. Tras la sorpresa inicial (ingrata) de
Catherine, ambos se fueron conociendo, congeniaron y llegaron a tener
seis hijos, cuatro de los cuales heredaron la mutación de su padre.
Petrus Gonzalvus murió en 1618 con ochenta años.
He aquí dos pruebas más
de que la Literatura, se oriente hacia los niños o los adultos, está
relacionada con muchas cuestiones de la vida. la Literatura
también tiene sus historias, coincidencias de las que muchos se
olvidan pero que hay que recordar de tanto en cuanto (¿o cuento?).
Lo único que espero es que, dentro de medio siglo (si llego), no
tenga que escuchar que la bestia no es más que una invención de los
estudios de Micky Mouse. Sería un varapalo para la historia, para
Petrus Gonsalvus y Barbot de Villeneuve.
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