Lunes.
Acabo de inaugurar la semana y ya empiezo a notarme algo cansado. Lo
mejor será prepararme un suculento desayuno (si quieren echarle un
vistazo a lo que me zampo casi todas las mañanas, visiten el nuevo
hueco que he abierto a los monstruos en Instagram) y ponerme a leer
un álbum de esos que te hacen más llevadero el día...
Todo
sobre la mesa. Viaje relámpago a la estanteria y ¡voilá!, Un
lunes por la mañana de Uri Shulevitz (Fondo de Cultura
Económica). Entre bocado y bocado empiezo a pasar las páginas de
esta aventura en la que la fantasía tiene mucho que decir. Ese niño
que inventa un mundo paralelo en el que soñar libremente se parece
mucho a Max, el de los monstruos, aunque en este caso sea para hacer
menos monótono y más esperanzador el día a día. Me
encanta este libro en el que tristeza y alegría son contrapuestas, el gris cotidiano y lo colorido de la fantasía, en el que lo ordinario y lo extraordinario se abrazan finalmente en
pro de una infancia digna donde la felicidad y la capacidad del ser
humano por conseguirla priman sobre la cruda realidad.
Estas imágenes pertenecen a Un lunes por la mañana (Fondo de Cultura Económica)
Estoy
yo en estas cuando, de repente, me viene a la cabeza que nunca he
hablado de este gran autor de álbumes infantiles que reúne varias
de esas coincidencias entre los genios del libro-álbum. Así que,
para enmendarme, me pongo al quite para profundizar un poco más en
la vida y obra de Uri Shulevitz...
Uri
Shulevitz nace el 27 de febrero de 1935 en Varsovia (Polonia) en el
seno de una familia judía. Empieza a dibujar a la edad de tres años,
una afición que sus padres le animan a cultivar durante la infancia
y la juventud. Un año después, en 1939, comienza la Segunda Guerra
Mundial y una bomba destruye el edificio que habita su familia por lo
que deciden abandonar el país. Viven como exiliados durante ocho
años, buena parte de estos en Kazajkstán, donde vivirán
compartiendo una minúscula habitación con otras personas en
condiciones paupérrimas.
Imagen para Cómo aprendí geografía (SM).
Tras
recorrer gran parte de Centroeuropa, en 1947 se asientan en París,
Francia. Es entonces cuando se desata en Shulevitz el interés por el
mundo de la ilustración a raíz de encontrar un libro ilustrado
abandonado a orillas del Sena. Inspirado por este, empieza a dibujar
sus propios cómic cuyos guiones ideaba uno de sus amigos. Y así
llega su primer premio: con 12 años gana un concurso de dibujo
organizado por las escuelas de su distrito.
En el
año 1948 la familia Shulevitz se traslada a Israel, donde Uri emplea
su tiempo en los trabajos matutinos con los que contribuye a la
economía familiar, las clases vespertinas y su aprendizaje como
fabricante de sellos de caucho. Entretanto, Uri aprovecha cualquier
momento para leer y seguir escribiendo sus propias historias. Cabe
destacar que, a los quince años, es el artista más joven en exponer
su obra en el Museo de Tel Aviv.
Las dos imágenes pertenecen a Dawn (inéd. en castellano)
Termina
con la educación secundaria y estudia ciencias y literatura en el
Teacher's Institute y arte en el Art Institute de Tel Aviv,
actividades que compagina con las clases privadas que recibe del
pintor Ezekiel Streichman. En 1958, después de dos años realizando
el servicio militar obligatorio (N.B.: Algo que creo no ha cambiado),
se incorpora en Ein Geddi Kibbutz, una granja cooperativa cercana al
Mar Muerto, donde permanecerá un año.
Imagen para Cuando me visto de marinero (Juventud)
Tras
esta etapa en Israel y con 24 años, Uri Shulevitz viaja a Nueva York
y se matricula en la Brooklyn Museum Art School. En ese tiempo recibe
su primer encargo como ilustrador para un editor de libros infantiles
hebreos, un trabajo muy encorsetado en el que Shulevitz dibujaba bajo
una estricta supervisión y en base a unos bocetos prefijados, pero
que le ayuda a ir forjando su estilo tan característico.
En
1963 publica su primer álbum, Moon in my room (Harper &
Row), un libro en el que un niño viaja alrededor del mundo sin
moverse de su habitación, que tiene una gran acogida entre el
público infantil y con el que comienza una carrera imparable en el
mundo de la ilustración de libros para niños. Así, pone sus
imágenes al servicio de los textos de Charlotte Zolotow (A rose,
a bridge and a wild black horse), H.R. Hays y Daniel Hays
(Charley sang a song), Mary Stolz (The mistery of the woods
y Maximiliam's world) o los hermanos Grimm (The twelve
dancing princesses).
Imagen para Un lunes por la mañana (Fondo de Cultura Económica).
Su
apuesta por el poder de la imaginación, una constante en su obra,
vuelve a aparecer en Un lunes por la mañana (One Monday
mornig), su segundo álbum ilustrado (1967), que se inspira en
una canción tradicional francesa que a modo de retahíla añade
personajes. A este le siguen otros ábumes como Rain rain rivers
(1969), donde vuelve a explorar la magia de los días de lluvia, Oh
what a noise! (1971), The magician (1973), Dawn
(1974) o The Treasure en 1979 (de este libro hay una edición
en español publicada en Latinoamérica por Mirasol libros juveniles). Simultáneamente, Shulevitz
sigue ilustrando obras de otros autores como Arthur Ransome (The
fool of the world and the flying ship, libro que obtiene la
Medalla Caldecott en 1969), Jan Wahl (The wonderful kite y
Runaway Jonah and other tales), A. Afanasiev (Soldier and
Tsar in the forest: a Russian tale), I. B. Singer (The fools
of Chelm and their history y The Golem) o R. L. Stevenson
(The touchstone).
Imagen para Rain rain rivers (inéd. en castellano).
Imagen para El secreto (Mirasol libros juveniles)
Llegamos
a la década de los noventa y aparecen otros álbumes ilustrados que
dejan entrever la madurez artística del autor, como Toddlecreek
post office (1990), The secret room (1993), The golden
goose (1995), y su aclamado (mi favorito), Snow (1998) que
como Un lunes por la mañana constituye un ejemplo de cómo
los niños son capaces de cambiar la realidad y se enfrentan ante los
prejuicios adultos en un acto de rebeldía, en este caso simbolizado
en un día de nieve que nadie excepto el protagonista cree que vaya a
acontecer (No es de extrañar que Snow obtuviera una mención
en los Caldecott de 1999...). En todos estos títulos destaca un
trabajo minucioso, donde las escenas están estudiadas, se denota una
secuenciación perfecta que tiene mucho que ver con la concepción
cinematográfica que de los libros tiene el autor y que él mismo ha
confesado en diversas ocasiones.
Todas las imágenes pertenecen a Snow (inéd. en castellano).
En el
nuevo milenio Shulevitz, que a día de hoy cuenta con más de 82 años
y casi media centena de libros publicados, ha creado varios álbumes
propios: What is a wise bird like you doing in a silly tale like
this? (2000), The travels of Benjamin of Tudela: Through three
continents in the Twelfth Century (2005), So Sleepy Story
(2006), How I learned geography (2008, editada en castellano
por SM. Cómo aprendí geografía no deja de ser una
autobiografía tomando como excusa sus viajes de niñez que recibió
una mención de honor Caldecott en el 2009), When I wore my sailor
suit (2009, publicada en nuestro país por Juventud bajo el
título Cuando me visto de marinero y que vuelve a ahondar en
el poder de la fantasía como medio de diversión infantil), Dusk
(2013) y Troto and the trucks (2015); una serie de libros que
junto con los anteriores le han llevado a recibir innumerables
galardones entre los que destacan el Charlotte Zolotow Award, el
Golden Kite Award, incluyendo todos los ya citados.
Imagen para Cómo aprendí geografía (SM).
Imagen para Dusk (inéd. en castellano).
El
estilo de sus ilustraciones, con gran identidad y muy reconocible, es
bastante lineal y clásico en cuanto a técnicas se refiere (suele
trabajar con tinta y aguadas de colores). Shulevitz suele prescindir
de muchos detalles en las composiciones de sus imágenes y se centra
en la acción, algo que podemos constatar en muchos de sus libros
donde, a pesar de interaccionar con el lector, lo hace desde las
figuras principales que estáticas o dinámicas (me encanta esa
dualidad de muchas de sus obras) danzan al son de la narración. Es
frecuente encontrar sus imágenes al servicio de la literatura de
autores judíos, incluidos dentro de la tradición yiddish o
protagonizados por personajes con este origen. Las temáticas son
diversas y en todas ellas hay espacio para el humor, el mundo de la
fantasía y los guiños a la infancia, algo que él mismo explica de
maravilla en su libro Writing with pictures: How to write and
illustrate children's books (1985).
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