Agradezco sobremanera los días que se están presentando. La
luz del sol se abre paso y la primavera florece a un ritmo imparable. El tiempo
nos deja aprovechar los días de asueto, algo que nunca está de más. Así me
dejo seducir por el campo, uno repleto de brotes, flores, abejas y pájaros. Da
gusto pasear por las veredas, entre el sol y la sombra que proyectan olmos y álamos.
Encuentro cáscaras de huevo por el suelo, los conejos cruzan una y otra vez
los caminos y recuerdo la lectura en la que he invertido mis horas durante los
días pasados, el clásico Bambi, una vida
en el bosque, del que, además de sentirme cual cervatillo saltarín, he creído
apropiado hacerles llegar sus ecos.
Antes de disfrutar con esta obra trágica pero esperanzadora, los bellos pasajes que guardan sus páginas y la melancolía que desprenden las
descripciones de esos bosques centroeuropeos, me puse a indagar en la vida de Felix
Salten, pseudónimo de Siegmund Salzmann, periodista y escritor austrohúngaro
que pergeñó esta historia, y lo cierto es que tras la pequeña investigación me he encontrado con una novela muy
distinta, incluso más intensa, así que he creído conveniente ponerles en
antecedentes.
Todo empieza en 1869, en Budapest, capital del entonces
Imperio Austrohúngaro, dónde nace Salzmann. Pronto su familia emigra a Viena,
una ciudad que ha reconocido la ciudadanía completa a los judíos. Es allí
donde trabaja y desarrolla su actividad como periodista y crítico, y también se convierte en socio fundador del movimiento "Joven Viena", un grupo de escritores
que apuestan por el modernismo, el simbolismo y el impresionismo, y entre los
que también se encuentra Stephan Zweig.
A principios del siglo XX ven la luz sus primeras obras
impresas. Pequeñas historias, algunas novelas, poemas, biografías, libretos
para operetas, y metrajes de cine componen este corpus. De entre ellas destaca Bambi, una obra escrita en 1923, donde
se narran las aventuras de un corzo. La novela cala entre el público infantil de la
época y rápidamente es traducida al inglés para colmar de éxito a su autor.
De entre las interpretaciones y lecturas que se le han dado
a esta obra, destacan dos. La primera es la lanzada por el régimen del Tercer
Reich, que ve en ella una alegoría al trato que los judíos reciben por parte de
los nazis en aquella época, e incluso ven en este animal el símbolo de Neftalí (erróneo pues es una
cierva y no un corzo), fundador de una de las doce tribus
de Israel y cuyo nombre significa “Mi
lucha”. Esto provoca que Hitler lo prohíba junto a otros de sus libros a partir
de 1936. Muchos ejemplares de Bambi son quemados y la censura se abre camino una vez más
en los regímenes totalitarios (que no los únicos).
Por otra parte, la segunda lectura que para mi gusto también
hace mella en esta obra es la realizada por los estudios de Walt Disney en su
adaptación al cine de animación (el productor, aprovechándose de la suerte que
corre el autor en la Austria nazi, le compra los derechos por la
cantidad irrisoria de cinco mil dólares), una en la que, para empezar, el
protagonista es un ciervo de Virginia americano. También prescinde de una serie
de personajes como Rono, Kaurus, Netla, Gobo, la señora Liebre o el Mochuelo,
añade otros secundarios inexistentes en la obra original como la mofeta Flor o
Tambor, y empercude el discurso filosófico inicial de Salten, confiriéndole un carácter
más vacuo (mucho humor blanco) aunque no se desprenda de la problemática
ambiental y ese sentimentalismo tan característico del autor europeo.
Y ahora, mi lectura… Comienzo llamando la atención sobre el
nombre del protagonista, uno que deriva de la palabra italiana “bambino”
(niño), algo que me hace pensar en que Salzmann quería presentar su personal universo
a través de unos ojos infantiles que, aunque inocentes, son vivos y se cuestionan
muchas cosas que le rodean, de hecho muchos animales se extrañan de esa extrema
curiosidad en un ser tan joven.
Continuo diciendo que Salzmann escribe este libro tras
visitar los Alpes suizos e interesarse por el mundo natural que lo rodeaba, de
hecho, en esta novela se describen pasajes sobre el comportamiento de muchos
animales, así como de las relaciones que se establecen entre ellos en un ecosistema
salvaje y equilibrado, por lo que podríamos decir que se asemeja a un cuaderno
de naturalista (algunos lo han definido como un manual de cinegética o un folletín para cazadores, algo en lo que estoy bastante en desacuerdo).
Por último y para mí el más importante de los puntos, es la
importancia del discurso humanista, el modo en el que el autor habla de la
condición humana a través de la voz de esas criaturas, unas que de alguna forma
pasan a venerar a estos seres superiores que son capaces de quitarles la vida
desde una posición casi divina pero también de perdonársela y cuidar el medio
que les rodea.
Aunque algunos reconocen que la película de Disney hizo
renacer el espíritu de Salten de las cenizas de unos libros que sólo pretendían
reflexionar sobre la condición humana y describir la etología de los animales
de los bosques europeos, creo que es una buena idea que durante las tardes
que vienen, echen mano del libro original, por ejemplo esta bella y cuidada edición ilustrada
por los delicados bordados de Gimena Romero y publicada por Thule, y lo
disfruten a la sombra de cualquier árbol, pues bien merece conocerlo en su
hábitat natural, como al resto de seres que comparten con nosotros este regalo
que es el mundo.
4 comentarios:
Mil gracias, Román. Leer o releer estos clásicos tras esta andadura lectora que llevamos,es un placer impagable. Y nos lo tienen que recordar, como lo haces tú. Abrazos.Ana Nebreda
¡¡Cuántos misterios encierra un libro!! Muchísimas gracias. Como siempre, un placer leerte.
Querida Ana: Ya sabes que defiendo mucho los clásicos, sobre todo porque siempre encierran muchas y diversas lecturas. Además constituyen los cimientos de otras creaciones posteriores y establecen referencias intertextuales y metaliterarias muy interesantes que nos llevan a indagar en otros universos. ¡Me alegro de que te haya gustado! ¡Un (biblio)abrazo!
¡Maku Carroquino, un placer tener tus palabras en este bosque de libros y monstruos! ¡Que no sólo de Instagram vive el lector! :P ¡Abracico!
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