La primera evaluación está al acecho y un servidor sólo desea una pizca de calma para disfrutar de su tiempo, uno que entre mascarillas, protocolos, toques de queda y vacunas prometidas, se ha marchado violento.
No me iré muy lejos, pues no puedo. Sólo queda el campo, el cielo abierto. Buscar un claro donde se alce una piedra. Y sobre el liquen mullido, coger profundo aliento. Tomar distancia y pensar que a pesar de todo, rondamos la espera, quedamos lejos.
Y así, cobijado por la tierra empapada, por la caricia del invierno, ver como sigue la vida entre las hojas y entre los miedos. Que caerá la nieve, brotarán las simientes y trinarán los aleros. Yo habitaré la intemperie y agitaré de quietud mis deseos.
Serán los prados el cobijo y nosotros como niños, despertando tras el sueño.
Las amapolas
han vestido los campos
de rubeola.
***
Tiene la higuera
áspera la caricia,
dulce la espera.
***
Las hormigas van haciendo camino
sin hacer polvo,
sin hacer ruido.
***
Parecen los gorriones
niños en el recreo:
son juegos y canciones.
Alonso Palacios.
En: Poemario de campo.
Ilustraciones de Leticia Ruifernández.
2019. Bilbao: Libros del Jata.
1 comentario:
Oooooooooh...... Qué bonito..........
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