Todavía no logro entender muy bien el GPS. De hecho, siempre que lo utilizo, prefiero usarlo a modo de mapa y prescindir de todas esas prestaciones que nos ofrece, incluido el abanico azul que te va indicando la dirección. Me saca loco. Yo me aclaro mucho mejor con los planos impresos. Busco las referencias oportunas, los muevo, los oriento a mi antojo y termino hallando la salida a cualquier laberinto.
Benditos mapas, geografías a escala, espacios mínimos que nos guían en lugares desconocidos e inhóspitos, nos ahorran tiempo y nos dejan circular a nuestro libre albedrío. En unos sitios son muy necesarios y en otros, totalmente prescindibles. Nombres de calles, museos, monumentos, parques y veredas. Todo cabe en un mapa.
Amsterdam, Copenhague, Atenas, Ciudad del Cabo o Marrakech… No solo son útiles a la hora de transitar por espacios reales, sino que también nos ayudan a comprender espacios ficticios. Tanto es así, que podríamos decir que muchos nos ayudan a comprender relaciones que nos presentan la literatura, la historia o las matemáticas.
Tanto es así que hoy me detengo en Cartografía del cuento popular, el nuevo libro de Nono Granero que acaba de llegar a las librerías gracias a la editorial Ekaré. Con el subtítulo de Una colección de mapas para recorrer cuentos de la tradición oral, este libro encuadernado en rústica, parte de una exposición que se inauguró en Úbeda en el 2022 y sigue itinerando por parte de la geografía española, visitando lugares como Tres Cantos o Guadalajara. .
Concretamente, es un compendio de doce mapas (hasta la fecha el autor ha realizado dieciocho) que representan una serie de geografías basadas en cuentos de la tradición oral. Blancaflor, La flor del Lililá, Las tres naranjas del amor, Piel de piojo, aro de hinojo, Los tres cabritos, Los tres pelos del diablo o El gallo Kirico, son historias que han ido de boca a oído durante muchas generaciones y que, quizá, hoy día, parecen diluirse entre otros productos culturales con más tirón.
Al seguir patrones y arquetipos, muchos de estos relatos cuentan con diferentes nombres y versiones, algo que el autor ha resuelto tomando como referencia las siglas ATU que aparecen en la página anterior a cada mapa. Esta nomenclatura procede del catálogo internacional de cuentos populares elaborado por Anttii Aarne, Stith Thompson y Hans-Jörg Uther para reunir bajo un mismo denominador las diferentes versiones de un mismo cuento alrededor del mundo.
Otro punto a favor de este título es la creatividad de Nono Granero, que presenta cada mapa en un estilo diferente y añade unas notas al respecto al final del libro. Tenemos mapas medievales llenos de tipografías góticas, letras iluminadas y filigranas (La madre raptada, el gigante que no muere y los animales agradecidos), otros que recuerdan a la época de las grandes rutas comerciales (Las Tres naranjas del amor), perfiles topográficos que representan cordilleras y montañas (El príncipe durmiente) o planos de metro contemporáneos (Juan El Oso).
Detalles curiosos, infografías variadas, guiños al álbum (¿Han visto el castillo de Los tres bandidos de Ungerer?) y a obras maestras de la pintura -véanse las de El Bosco-, o préstamos de la mitología hacen de este libro un juego de referencias interdisciplinar que huye de lo repetitivo y se adentra en nuevos bosques.
Una opción inmejorable para encontrarse con relatos, que bien escuchamos durante nuestra niñez, o que no hemos escuchado jamás. Para conocer un patrimonio común que, como siempre digo, es el germen de montones de productos culturales que no solo están presentes en la esfera de lo literario, sino en el cine o las artes plásticas.
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