Ya terminaron los carnavales, esa fiesta a todo color en la que, inevitablemente, campa el humor. Yo los disfruté en Cádiz, cuna de la gracia y el salero, pese a quien pese. Muchos años sin escuchar en directo cuplés y chirigotas. Una juerga tan especial, como popular. Como las de antes, en los que el disfraz te lo hacías con cualquier hato viejo o prestado, y la gente salía a la calle a dejarse llevar.
Si bien es cierto que yo soy más de las ilegales, pues se permiten otras licencias, en esta visita he denotado como el lado más canalla se diluye en esa corrección política que tanto me hastía. Parece que a los ofendiditos les jode cualquier comentario y las agrupaciones carnavaleras viven acojonadas.
La sátira, la burla y la ironía están perdiéndose ante esa corte de sacerdotes que, como las franquicias, llena todas las ciudades. Claman libertad cuando solo buscan homogeneizarnos e higienizarnos en pro de una religión inerte y estúpida. Todo se parece a la leche de soja, tan falsa, como insípida.
El humor denota inteligencia, sobre todo en carnaval, esa ínsula Barataria donde gobierna la crítica social y el clamor popular, un momento necesario para desfogar, decir todo lo que nos plazca y aplaudir a rabiar en ese sentir plural. Pues lo colectivo, que tanto bueno tiene, también capa al individuo, esa censura velada que va minando lo libertino.
Así que, déjense de gaitas y permítannos vivir a nuestras anchas. Que como el pan está por las nubes, al menos tenemos circo. Algo que también agradecemos los que gustamos de los libros para críos. Y sin más dilación, he aquí una dosis de humor escrito.
Empiezo con Libro Libresco, un álbum de Juan Arjona y Enrique Quevedo editado por A buen paso. En él, un león vive solo en mitad del desierto llevando una vida de lo más insulsa. Se levanta, se peina, contempla el paisaje y se echa a dormir. ¿Quieres cambiar su rutina? Pues sigue leyendo porque gracias a un paquete que le llega por vía aérea todo va a cambiar.
Un libro donde lo absurdo se abre camino gracias a los juegos de palabras con la adjetivación y la redundancia como el recurso indispensable. Si a ello sumamos las siempre coloridas y vistosas ilustraciones del mago Quevedo, la cosa está que arde. Composiciones estudiadas, detalles juguetones y una caracterización de los personajes que invita a la carcajada desde el extrañamiento, son la compañía perfecta a un texto tan surrealista, como disparatado.
Seguimos con Punta y Tunta y su viaje a lo más alto de la cadena alimentaria, un libro de Klára Pavlovcová editado a finales de año por Iglú. Sus protagonistas son una pareja de patos que habiendo descubierto que no están en lo alto de la pirámide alimentaria y que pueden acabar en las fauces de algun depredador, léase, perro, tiburón o ser humano, se afanan por poner a todos ellos en su sitio y coronar lo más alto de la cadena.
Surrealista como él solo, este libro de la autora checa, llega al panorama editorial para invitarnos a disfrutar con unos protagonistas que bien pueden recordar a otros tándems feroces de la llamada LIJ. Con mucho mal genio y esa gracia tan torpe que ostentan los patos (aunque sean indios), seguro que se lo pasan en grande leyendo y contemplando unas ilustraciones en las que las texturas y la perspectiva tienen mucho que decir.
Continuamos con ¡Sigan a esa rana! Escrito por Philip C. Stead, ilustrado por Matthew Cordel y publicado en nuestro país por Océano Travesía, es la secuela de Entrega Especial, otro libro disparatado que pueden conocer en mi selección de libros sobre cartas y carteros.
En esta ocasión, la tía Josefina le cuenta a Sandi cómo se vio envuelta en una persecución por culpa de una enorme rana que engulló al hijo de un almirante mientras andaba de expedición en Perú. Así empieza una historia trepidante y alocada por salvar al chaval y catalogar al tremendo batracio.
Disparate tras disparate, los autores nos envuelven en una historia que, además de mucho desenfado, ensalza la figura femenina en el universo de la ciencia y aboga por la ternura intergeneracional a base de humor. Una combinación estupenda que unida a elementos narrativos excelentes (¿Ven esas guardas? ¿Esa portadilla peritextual? ¿Los giros narrativos?) permite al lector zambullirse en ella y dar rienda suelta a la imaginación. El que crea que este mundo no está enriquecido con los ingredientes más especiales, que se le seque la hierbabuena.
Nos detenemos también en El arenque volador, un libro con mucha guasa de Germán S. Miller y Carla Novillo, que ha editado la casa madrileña Pastel de luna. El protagonista se dispone a lavarse las manos antes de comer y, sin saber cómo, un barco asoma del grifo y atraca en el salón de la abuela. El Capitán Pescado se ha equivocado de rumbo. Las ideas del contramaestre Quisquilla, el cocinero Rosmarús y Concha, la jefa de máquinas para encauzarlo debidamente son una birria. La única que merece la pena es la del protagonista. ¿Conseguirán llegar al puerto?
Una situación impensable, un poquito de tensión narrativa (la abuela, la abuela, siempre la abuela… las manos, las manos, siempre las manos) e ideas en las que no habita la razón, son los ingredientes de una historia que arrasa entre los chavales. ¡Se me olvidaba! Las ilustraciones le vienen al pelo: mucho croquis, juegos de perspectiva, personajes bien caracterizados y una técnica mixta donde el collage se desborda, son su santo y seña.
El penúltimo libro de esta pequeña tanda es El gato montés, una historia en formato álbum de Margarita del Mazo, ilustrada por Daniel Montero Galán y publicada por la editorial gallega Triqueta. Si les gustan las historias escatológicas, no se lo pueden perder.
Nadie quiere cruzar el Bosque Oscuro. Además de ser un lugar tenebroso y sombrío, esta habitado por el feroz gato montés. Pero un día, la madre de Paca, Pedro y Paco (parece que este libro ha sido escrito para mi familia materna) se pone muy enferma y alguien tiene que ir en busca del médico. ¿Lograrán cruzar el bosque? ¿Se encontrarán con el temible felino?
Tomando prestado un personaje de la tradición oral, la escritora y narradora da una vuelta de tuerca a una historia que muchos padres y abuelos conocer para crear una historia a caballo entre el miedo y el humor. Aderezada con las mil tonalidades del crepúsculo que Montero Galán ha elegido para sus ilustraciones cercanas y llenas de dinamismo y perspectiva cinematográfica, seguro que os encanta. Os lo digo yo.
Para terminar, un mensaje para todos esos amargados que no dejan ser felices a los demás. Con texto de Payan Ebrahimi, ilustraciones de Reza Dalvand y edición española a cargo de La Maleta, tenemos Campeón.
Lucca ha nacido en una familia de campeones. Todos sus antepasados han destacado en alguna disciplina deportiva, pero algo pasa con él. Nunca ha sido bueno en ningún deporte, no tiene el ceño fruncido ni ese lunar en la parte superior del labio. Por más que lo intenta no consigue parecerse a todas esas personas que llenan la pared de su casa. Pero tras darle muchas vueltas, da con la forma...
Con un giro inesperado, los autores iranís construyen una fábula ideal para muchos lectores que quieren romper con las tradiciones familiares o darle una lección a los siesos de turno. Ilustraciones muy bien llevadas donde el tamaño relativo de las figuras y los omnipresentes y siempre vigilantes retratos se figuran recursos narrativos muy efectivos.
Y hasta aquí esta colección de libros risueños que espero les haga disfrutar durante los días que se vienen.
1 comentario:
¡Qué ilusión que habléis tan bien de nuestro Arenque y que esté tan bien acompañado! Encima en un artículo que arranca con chirigotas callejeras. No se puede pedir más.
¡Gracias!
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