Para variar, la primavera nos ha brindado unos días de lo más agitado. Tan pronto truena, como el sol radiante hace saltar los plomos de la Península Ibérica. El tiempo es así y no hay más que decir. Ya llegará el estiaje veraniego y no correrá ni una pizca de aire, agostará a cualquier bicho viviente y nos sumirá en una perrería inhumana. Entonces rezaremos porque nos aceche la tormenta y sople el viento. Aprovechemos ahora.
Fíjense en los críos, se lo pasan en grande. ¿Que llueve? Se mojan hasta las trancas. ¿Que hace calor? Se secan. ¿Qué ventea? Se aferran a los árboles. Todo ello aderezado por un montón de juegos inventados. Imaginación y naturaleza, dos aliadas inmejorables en lo que a infancia se refiere. De eso sabe mucho este poemario, que poniendo de excusa las nubes, se deleita con la capacidad de los niños para sacarle el jugo a cada instante y nos envuelve en esa tibia y agradable neblina.
Un caracol viaja en mi paraguas.
Pasajero imprevisto,
te he visto.
¡Qué listo!
Vas haciendo tus milímetros,
espiral a espiral,
evitando los charcos
que yo quiero saltar.
Compañero discreto,
pegajoso,
jocoso,
¡goloso!
Caracol, caracol,
¡que te comes la col!
***
Miro el verde.
En sus olas
nadan chiches y mariquitas.
Las hormigas se esconden
entre sumergidas grietas.
En sus cuevas ocultan
tesoros de un barco desmigado.
Soy ballena.
Voy despacio,
me sumerjo,
¡emerjo!
Espanto piratas,
gorriones de agua dulce.
Soy explorador.
Ligero de escafandra,
me sumerjo,
¡emerjo!
Bandada de amapolas coralinas.
Soy delfín.
Voy saltando,
me sumerjo,
¡emerjo!
En mi mar verde
respiro
cuando el viento mueve el trigo.
Irma Borges.
Paseo de caracol y Mar de trigo.
En: Bandada de nubes.
Ilustraciones de Mo Gutiérrez Serna.
2025. Barcelona: Akiara Books.
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