A pesar de la impecable organización con la que me gusta llevar este sitio, a veces cometo ciertos errores (asequibles, todo hay que decirlo). El último ha sido reseñar un libro donde debería estar otro (véase el caso del aquí reseñado y del que se recomendó el pasado viernes). El caso es que he llegado a la conclusión de que me importa un pimiento. Ea... Uno ya no tiene el sistema nervioso para tanto estertor y necesita una pizca de caos. Pero en fin, como no hay vuelta atrás y lo hecho, hecho está, comienzo con la diserta sugerencia de hoy, bastante navideña.
Durante los pasados días he leído (como ven, hago mis deberes... un poquito, no más) el libro no-tan-clásico de Lyman Frank Baum, Vida y aventuras de Santa Claus (editorial Valdemar). Cabe decir que es un título muy sugerente durante estas fechas, pero su importancia reside en otro punto que intentaré explicarles...
Llama la atención que, por lo general, creemos que la Literatura, concretamente el género narrativo, suele basarse en la realidad y que muy pocas veces una novela, un cuento, interfieren en el discurrir de las cosas. He aquí un ejemplo de lo erróneo de nuestro pensamiento... Últimamente, hasta las ardillas creen que Santa Claus, Papá Noel, Joulupukki, San Nicolás o como quieran llamarlo, es uno de esos mitos ancestrales que siempre ha deambulado por los cielos envuelto en un abrigo rojo ribeteado de armiño a bordo de un trineo tirado por no sé cuantos renos para proveer a todos los niños de cualquier latitud de los más variados juguetes y regalos.
Cuando uno lee el libro de Baum, piensa que este buen hombre añadió, allá por 1902, todo tipo de nuevos y desconocidos datos a la biografía de Papá Noel, obviando un poco el mito actual, deformándolo a su antojo, pero, tras indagar un poco en las fuentes de información existentes, uno se da cuenta de que este libro ha contribuido en gran parte a crear la figura de nuestros días, esa que he descrito antes... Baum, los inmigrantes holandeses, la revolución industrial, el avance del capitalismo, la compañía Coca-Cola o Thomas Nast han puesto su granito de arena para configurar eso que hoy llamamos Santa Claus.
Sólo me resta un deseo: esperar que hayan quedado contentos con sus regalos.
1 comentario:
Te dejo buenos deseos, si que estoy contenta con mis regalos, están en casa mis hermanos y todos juntos. Un abrazo y gracias por el anterior post, me ha gustado mucho la ilustración de Lisbeth.
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