Hablar de huelgas y otras decisiones personales sería
repetitivo dado lo abundantes que son en los tiempos que vivimos (¡A ver si
alguien empieza ya la revolución, coño! ¡Necesito emociones fuertes! ¡Nada que
ver con marionetas sindicalistas o afiliados pesebristas!), por lo que hoy me
decanto por ensañarme con las fuerzas de seguridad del Estado, que también
tienen donde rascar (aquí hay pa’ tos’…).
Disfruto como un enano contemplando atónito cómo los antidisturbios
se ensañan con los cientos de abuelas que quieren hacerse con el Congreso de
los Diputados para ofrecer un espectáculo lamentable, también conocido como “golpe
de estado a base de insulina, Sintrón® y pañales nocturnos”… ¿No les dará
vergüenza a esos buenos mozos liarse a hostias con estas desvalidas -¿tendrán
suegra?- que intentan vanagloriarse de antiguas hazañas…? Lo suyo es que
hubiesen hecho lo propio con los dueños del Madrid Arena y dejaran de rascarse
los huevos con sus congéneres locales que, en mayor numero que los homónimos
nacionales, se daban un paseo mientras en la citada ratonera morían a modo de
chinches gaseadas y emparedadas cuatro quinceañeras.
En cualquier caso y con todos mis respetos hacia aquellos que
dan su vida por ¿nosotros?, me gustaría llamar la atención sobre la corruptela
que arraiga entre un colectivo que tanto alardea de legalidad extrema, no sólo
basándome en el dinero que los contribuyentes nos gastamos en trajes ignífugos
y cachiporras para que desaparezcan alijos de droga del tamaño de Alcalá de
Guadaira (¡No me miren que yo no he sido!), sino también en el casting que se
lleva a cabo para seleccionar a estos agentes de la ley y el desorden..., que todos
sabemos por qué derroteros va…
Esperemos que, después de varios desahucios fallidos (¡Qué
machotes! ¡Dándo con la mandanga al cucu de la propietaria!), muchas demandas aleccionadoras
(N.B.: Recuérdenme que debo ensañarme con la justicia de este país en alguna
entrada…) y algún que otro garbilote, tomen ejemplo de El oficial Correa y Gloria -Peggy Rathmann en Ekaré- y enseñen a la ciudadanía
que la responsabilidad siempre es cumplir con el deber, nos guste o no.
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