lunes, 17 de octubre de 2016

Caca, pedo, culo, pis y libros escatológicos


Sitúense. Segunda hora de la jornada escolar. Biología y geología. Veinticinco alumnos empiezan a despegar las pestañas y un señor (qué bueno es reírse de uno mismo) profesor explicando el proceso de digestión humana. Paso a paso. Ingestión del alimento, bolo alimenticio que atraviesa el esófago, jugos gástricos, clorhídrico, pepsina y pepsinógeno, secreción biliar, reabsorción del agua y... ¡voilá! ¡mierda a tutiplén! Sí sí, hagan como mis alumnos: ríanse que, como los besos, es gratis y sienta bien... Y siempre hay alguno que te dice “¿Pero lo escribimos así, Román?” “Claro, Óscar, hasta donde yo sé, la mierda es mierda y no tiene otro nombre, ¿no?” Se queda embobado y vuelve a sus apuntes con aire de triunfo.
Seguramente les parecerá soez que utilice estos vocablos en mis clases, pero lo cierto es que tras ellos reside su éxito (no es por tirarme flores, pero mis alumnos se lo pasan en grande aunque se les caiga la mano de tanto apunte..., ¡Ea, soy acérrimo enemigo del libro de texto). Si extrapolamos esta realidad a la literatura infantil, vemos que sucede algo parecido: todos aquellos libros que hacen referencia a aspectos escatólogicos, tienen unas ventas estratosféricas, pero, ¿por qué? He aquí algunas respuestas...


En primer lugar tenemos el aspecto subversivo de la LIJ, una que se atreve a ir contracorriente, a enfrentarse a las convenciones sociales que los adultos han establecido sin tener en cuenta al niño, ese lector libertino. Este es el punto en el que los libros infantiles y sus autores transgreden las normas y se atreven a preguntarle al lector: ¿Los buenos libros tienen que pasar por la corrección? ¿Hay que eliminar palabras malsonantes de los libros? ¿Resta credibilidad tener un olor nauseabundo y un aspecto indeseable?


En segundo lugar hay que hablar del efecto rebote... Aunque cabría esperar que el tabú, el pudor y la censura dilapidarán sin miramientos a este tipo de libros, lo cierto es que estas tres palabras se articulan en pró del éxito de la literatura infantil escatológica, no sólo por la sensación de triunfo o evasión que tiene su lector frente a los cánones de supuesto buen comportamiento, sino por hacer más apetecible un producto (pseudo)prohibido y que poco nos puede aportar (culturalmente hablando, porque carcajadas, a raudales...).


También hay que hacer referencia a los aspectos técnicos... La literatura infantil, sobre todo en lo que respecta al álbum y sus congéneres, tiene un arma inmejorable para hacerle frente a todo lo malsonante, la ilustración. Las imágenes son capaces de representar las ideas con un lenguaje que reverbera desde el interior, es un habla sin sonido que facilita la inclusión de estos conceptos poco deseados en el discurso, impregnarlo del realismo que se quiera, al tiempo que critica y satiriza desde otro ángulo de visión. Si a ello añadimos los diferentes tipos de diálogos que se establecen entre las palabras y las ilustraciones (juegos, complementariedad, disociación, etc.) tenemos una amplia variedad de propuestas para interaccionar con el niño.
A todo esto se debe que obras como Todos hacemos caca de Taro Gomi y publicada por Blackie Books en castellano, hayan vendido la friolera de un millón de ejemplares en toda la Tierra desde su primera edición en 1977, un planeta donde la mayor parte de los seres vivos comen y después, excretan (¿sería esta la palabra que buscaba mi alumno? Espero que no, porque suena mejor “mierda”).

Otros títulos escatológicos:


Holzwarth, Werner y Erlbruch, Wolf. El topo que quería saber quién había hecho aquello sobre su cabeza. Beascoa.



Gusti. La mosca en: Un día perfecto puede ser una pesadilla. Serres.



Heine, Helme. Cuentas de elefante. FCE.



Nikly, Michel y Claverie, Jean. El arte de la baci. Lóguez.



Da Coll, Ivar. ¡No, no fui yo! Alfaguara.



Van Genechten, Guido. El libro de los culitos. SM.



JuanolO. Culos. Algar.


Van Genechten, Guido. El gran concurso de la caca. SM.


Van Genechten, Guido. ¿Puedo mirar tu pañal? SM.


Charlot, Beniot. Cacanimales. Combel.


Mora, Sergio. La caca mágica. Bang Ediciones.


Kelly, Mo y McQuillan, Mary. ¿Quién ha visto mi orinal? Serres.


Willems, Mo. Tengo pis. Entre Libros.



Lemaitre, Rascal y Lemaitre, Pascal. Todo el mundo hace caca. Corimbo.



Stalfelt, Pernilla. El libro de la caca. La osa menor.



Davies, Nicola y Layton, Neal. Caca. Una historial natural de lo innombrable. Lynx Ediciones.



Maudet, Matthieu. ¡Voy! Océano Travesía.



Jaume Copons y Mercé Galí. Todo lo que sé de la caca. Combel.



Diane Christyan Fox. ¡Caca de dinosaurio! Bruño - Cubilete.



Rafael Ordóñez y Laure de Puy. El pedo más grande del mundo. NubeOcho.



Shinsuke Yoshitake. Gotitas. Pastel de Luna.




Mariona Tolosa Sisteré. La vida secreta de los pedos y eructos / La vida secreta de los mocos. Zahorí Books.

 

Fredéric Marais. La ciencia de la caca. Océano Travesía.



Nick Caruso, Dani Rabaietti y Alex G. Griffiths. ¿Se tira pedos? Océano Travesía.



Elena Odriozola. Yo tengo un moco. Ediciones Modernas El Embudo.


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