martes, 13 de diciembre de 2016

Lo que viene, conviene


Causa y efecto son un matrimonio indisoluble y la mayor parte de las veces, no son nada el uno sin el otro. Dudo que el vuelo de una mariposa en oriente pueda ocasionar una tormenta en occidente, pero las tengo todas conmigo si afirmo que quien no se arriesga nunca gana, que la despreocupación del hoy puede germinar en los problemas del mañana, o que el que no llora, no mama. Está claro que todos los efectos son tan categóricos..., fíjense en aquellos que aprueban sin estudiar (siempre he admirado a esas mentes privilegiadas) o en la cantidad de pobres y desgraciados que pagan por sus crímenes en este país, mientras los ricos y poderosos quedan eximidos de visitar las cárceles.


Se ve que los jueces no son los únicos que no pillan eso de la relación causal (Pobres ¿ignorantes?...), ¡que se lo digan a mis alumnos! Ya sé que los de ciencias tenemos mucho peligro con esto de buscar relaciones entre los elementos mundanos, pero aunque a veces la caguemos con el diseño experimental, explicamos las realidades desde la objetividad. Algo que se figura una difícil tarea cuando intentamos hurgar en la lógica deductiva (¡Qué palabros!) de esos cerebros adormecidos a base de hormonas sexuales. Seguramente, esas intenciones tan ¿in?sanas nuestras que llevan al plano racional conjeturas de todo tipo, reboten en sus prioridades casi siempre, pero no me resigno a buscar puntos comunes que nos interesen a ambas partes... 



Ahora que caigo..., uno de esos lugares compartidos podría ser El mismo, un álbum ilustrado creado por Isabel González (texto) y Efealcuadrado (ilustraciones), que ha tomado forma gracias a la editorial Milrazones. Este libro reúne en sus páginas un puñado de ejemplos sobre la disparidad de consecuencias (positivas y negativas, según se miren) que pueden acarrear ciertas casualidades como el sol abrasador, el viento juguetón, un balón sin control o la oscuridad de la noche. Con unas ilustraciones de trazo enérgico, desdibujadas e impresionistas, y una estructura simétrica, de ida y vuelta, a modo de boomerang (Ja, ja, ja... ¡Qué comparaciones me marco!), es una excusa inmejorable para darle forma a causas y efectos que parten de esa idea tan positivista que reza “Lo que viene, conviene”.


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