Queridos melones, como anduve de viaje continental, no pude celebrar el llamado día de la madre como se merecía. Pero como nunca es tarde si la dicha es buena, hoy les traigo dos libritos para que los compartan con ellas o, en el caso de que ustedes sean las protagonistas, que los disfruten con sus hijos cualquier otro día, que eso de los “días de” ya está un poco demodé.
Elijan ustedes la manera de hacerlo. Despanzurrados en el sofá, con música de fondo, bajo la manta, con palomitas de maíz, quizá una bandeja de pasteles, en un banco del parque, a la orilla del mar o viendo la lluvia desde la ventana. Riendo, llorando, cantando, comiendo, bebiendo, discutiendo..., hay tantas formas de celebrarlo como madres e hijos.
El primero es un libro sobre madres penitentes e hijos impertinentes. La mamá y el bebé salvaje de Barbro Lindgren y Eva Eriksson de Niño Editor es de esos libros que no dejan indiferente. Quizá muchos piensen que es todo un despropósito, un mal ejemplo para cualquier niño. El protagonista se pasa las normas por el forro, hace lo que quiere, es un desvergonzado, y se ríe una y otra vez de esa bendita mujer que le dio la vida. Reconozco que, cuando lo leí por primera vez, el adulto conservador que vive en mí se agitó bastante. El nene es la ostia y se merece una buena tunda. No sé cómo esa pobre aguanta tanta perrería infantil.
Cuando lo lees por segunda vez, la cosa cambia. Te fijas más en los detalles, en que ese niño malcriado al final recibe su merecido y termina por reconocer que no hay nada como el cariño materno para ser feliz. Un punto que en cierto modo recuerda a otras obras cumbre de la LIJ, como mi querido Donde viven los monstruos, El aprendiz de brujo de Goethe o el Pinocho de Collodi. Una historia que habla de lo subversivo y lo libertino desde un punto de vista más directo, en el que el protagonista se encara a las normas del ecosistema adulto.
El segundo es Algún día, un libro de Mo (Mónica) Gutierrez Serna y editado por la casa almeriense Libre Albedrío. En este libro de aspecto minimalista se utilizan los barcos para hablar de las relaciones materno-filiales desde un punto de vista muy marítimo. Con ilustraciones bastante económicas pero igualmente simbólicas, un texto poético avanza conforme pasamos las páginas. Metáforas y una buena dosis de ternura nos acunan con el rumor del mar, ambiente tan calmado como turbulento que puede simbolizar el terreno tan dinámico en el que se mueven una madre y su hijo.
Por primera vez son barcos y no personas ni animales, los encargados de hablar de toda una serie de situaciones y emociones que se hacen eco de muchas cuestiones en las que seguramente muchas mujeres se ven reflejadas durante la crianza de sus hijos. Mirando al futuro, al presente y al pasado, este viaje surca los mares de ese océano cambiante que es la vida y se centra en la experiencia de una autora que, inspirada en los barcos que pululan a diario por la bahía de Santander, nos regala una historia geométrica y colorista.
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