En mi tercer año de carrera decidí matricularme en etología, una asignatura optativa que trataba el comportamiento animal desde muy diferentes prismas. A mitad del cuatrimestre, una de las profesoras se centró en el sueño y en los procesos que, como la hibernación, desarrollan ciertos animales. Quedé tan sorprendido que empecé a recopilar datos sobre todo lo que sucedía a la hora de dormir.
Muchos años después, cuando este espacio cumplió diez años, pedí a un buen puñado de ilustradores iberoamericanos que me prestasen algunos de sus trabajos para soplar las velas junto a esta exposición virtual. De entre todas las imágenes que me enviaron, fue la de Ana Rodríguez la que, junto a aquellas notas sobre el sueño, me llevaron a proponerle un libro informativo sobre estos procesos fisiológicos y todo lo que los rodea.
El libro empieza con un niño que, harto de hacer cosas, se viste con su mejor pijama, apaga la luz y se dispone a dormir. Podemos encontrarlo pululando por el libro, haciendo todo tipo de cabriolas durante el sueño, hasta que llega la mañana y se vuelve a lanzar a la actividad. Alusiones al arte, a los personajes de cuento, a la literatura, incluso a un buen desayuno, son elementos que articulan este libro de no ficción.
Un poco harto de los libros infantiles con apenas texto (¡Que yo leí Robinson Crusoe con ocho años!), decidimos crear un manual del que se desterrasen los fuegos artificiales y cupiesen todas las edades. Así, niños, jóvenes, adultos y ancianos pueden utilizar el libro como punto de encuentro en el ámbito familiar, ya que es muy ecléctico y posee varios niveles de lectura. Ideas útiles, cuestiones sorprendentes, detalles graciosos y desmitificaciones. El libro se adentra en cuestiones de toda índole que se adscriben al universo de los sueños con mucha personalidad.
Algo a lo que también contribuyen unas ilustraciones cargadas de ternura, humor y metáforas. Luminosas e infantiles, ayudan a esa convergencia intergeneracional, un espejo en el que las tres edades nos podemos encontrar sin necesidad de hablar. Solo tenemos que disfrutar de la lectura en un tono distendido y ameno.
Lecturas acompañadas y lecturas autónomas. De buena mañana o a la luz del flexo. Por capítulos o de un tirón. Cualquier opción es buena con un libro que invita a realizar un diario de sueños, juega a las adivinanzas o sugiere espacios en los que hallar más información.
Por último dar las gracias a Arianna Squilloni y Teresa Benéitez por sus lecturas y alguna que otra idea, a Paula Alenda por la estupenda maquetación, a mi queridísima Patricia de Cos por algunos ajustes y la revisión ortotipográfica, y por supuesto a Cesáreo Martín de la Vega y Antonio Alcolea de la editorial Iglú por confiar en este proyecto que es un sueño hecho realidad.
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