Es lunes. Ayer pasaron
muchas, demasiadas cosas, y como ante los sentimientos sobran los pensamientos, creo que lo más apropiado para
comenzar la semana (y el mes) es hablar deeee... ¡espirales!
Se conoce como espiral a
la línea curva generada en un punto que se va alejando
progresivamente de él conforme gira. A pesar de confundirse
frecuentemente con su prima hermana tridimensional, la hélice, es
una forma plana. Aunque es difícil de creer, existen muchos tipos de
espirales... Tenemos la de Fermat, la hiperbólica o la logarítmica
que, aunque nos parecen la misma, varían en apertura de giro, línea
y disposición espacial. Hay espirales demasiado estrictas como la de
Arquímedes (estos griegos clásicos siempre tan cuadriculados...),
otras muy biológicas como la espiral áurea o de Fibonacci
(galaxias, borrascas, hojas de helechos y caracoles), otras dobles e
incluso más juguetonas.
Apunte de Leonardo Da Vinci.
Dejando a un lado lo
geométrico podríamos decir que las espirales están muy presentes
en nuestras vidas, no sólo en las curvas que dibujan algunos
objetos, véanse la de los regalices (¡lo que me encantaba
desenrrollarlos cuando era un crío!), los mecanismos de algunos
relojes, y ¡hasta el juego de la oca!, sino también en la dimensión
más personal: la política se presta mucho a las espirales (muy a mi
pesar), también los noviazgos y muchos matrimonios, e incluso la
historia, que también suele adoptar formas espirales.
Son muchas las que han
acompañado a la humanidad desde sus comienzos en sus ritos y credos.
Todos, desde mayas a masones, hemos trazado ideas espirales. Unos por
el simple gusto de ver como se curva la arena al paso de nuestros
dedos, otros por mera superstición.. Se han encontrado montones de
espirales sobre muchos monumentos funerarios megalíticos celtas,
egipcios o precolombinos que hacen alusión la tríada
nacimiento-muerte-renacimiento, son representaciones del sol, de la
evolución o el crecimiento personal y colectivo... ¡Ups! Se me
olvidaba:¡Miren el sophar judío! ¡También es una espiral!
Tampoco el arte se queda
atrás a la hora de girar. Serpientes, dragones, cuerdas y laberintos
adoptan esa forma enroscada en las obras de muchos autores como
Salvador Dalí o el holandes Escher que aludió a las espirales en
muchas de sus obras, bien por el enfoque del discurso, bien
centrándose en el propio juego creativo.
Y así llegamos a Tomi
Ungerer, otro genio que quizá no se informó tanto sobre estos
engendros geométricos (o quizá sí, este hombre es un misterio...)
cuando concibió su Caracol, ¿dónde estás?, un álbum
editado por Kalandraka recientemente aunque data de 1962. Pero el caso es que a través
de sus páginas he llegado a la conclusión de que este juego de
buscar espirales y coincidencias en todo aquello que nos rodea es
bastante satisfactorio, ¿a que sí?
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