Sí, llevo una semana la
mar de optimista a pesar de familiares, compañeros de trabajo,
amigos y alumnos (los cuatro pilares de mi existir). Alguien tiene
que serlo porque hay motivos más que suficientes para brindar por la
vida y dejarse ya de tanto rencor e impostura (un ratico está bien,
pero tánto, como que huele...). ¿Todo el día con ganas de gresca?
No, por favor, que luego se nos pone el hígado como un pan de Los
Pocicos y las vergüenzas no caben en el traje.
Nunca he logrado
comprender qué razones nos llevan a la gangrena y el morro torcido.
Gente malencarada y sin humor que se pasan el día deprimiendo al personal con
todo tipo de excusas... El cartero, la cuñada, el frutero o el
presidente de la comunidad... Parece ser que todos se han puesto de
acuerdo para aupar las sombras que oscurecen este verano salido de
madre. Y es que no son pocos los que gustan de envenenar a los demás
simplemente por adquirir protagonismo, por el hecho de regocijarse
en el mal ajeno y, de paso, disfrutar como aves de rapiña mientras
la cizaña crece a sus anchas.
Lo mejor de todo es
tratar de evitar que todo eso te afecte, hacer oídos sordos a
habladurías y bisbiseos, y esperar a que la víbora de turno pase de
largo. Y una vez salgamos ilesos de esa conjura obscena que son los
necios, construir sobre las ruinas un paisaje nuevo (menos hostil, me refiero, porque la belleza, que cada cual elija la que quiera). Procuraré
seguir con el cachondeo (sin ofender claro, que como bien me dijo un
poeta, lo mío es marejada mezcla de blanco y negro). Así que,
háganme caso, déjense de pamplinas, de advenedizos, de
estercoleros, de banderas y de días enteros dimedireteando, que el
tiempo, cuanto más saludable, mejor nos sienta.
Es por ello que un
servidor apunta a este libro tan salao en un jueves como este... No
como todos de Rob Biddulph (de la editorial valenciana Andana) es
un libro muy perruno y anglosajón (N.B.: Para recordar las características
que a mi juicio tienen los álbumes de este ámbito pinchen AQUÍ y
AQUÍ). Seguramente a muchos no les gustará la idea (lo
tacharán de comercial y mil cosas más) pero nadie puede negar que
es un álbum dulce y luminoso. A pesar de su rima pegadiza y un
mensaje predecible, les adelanto que es un libro brillante que
luce una chispa más que adecuada. Sus elementos de simetría, la
geometría de las ilustraciones, el contraste colorista de sus
ilustraciones son razones muy poderosas para saltarse la dieta de
intimismo y atiborrarse de buen rollo y desenfado, que hoy más que
nunca, es un bien necesario.
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