Esta
pascua ha dado para todo... Elefantes en mitad de la autovía y
animalistas clamando el fin de todo los circos con animales (menos
del suyo, claro), suegra y nuera sacándose los ojos (¡como si
fuera novedad!), políticos esgrimiendo honestidad en defensa de la
titulitis patria (me descojono... si yo hablara de la casta
universitariaaa)... Menos mal que se acerca el fin de semana y
podremos darle un descanso a la sin hueso, que entre la Massiel y un
servidor no vamos a dejar títere con cabeza. Viejos o jóvenes,
¿qué más da? Me encantan los deslenguados. Todo sea porque algunos
les dé un paro cardíaco a base de palabras, el mejor de los venenos
contra la estupidez humana.
La lengua vive en la
boca
como una almeja en su
concha.
Si algo cae entre sus
labios,
lo pule y lo saborea
como si fuera una idea
nacida de siete sabios.
Aunque sea una basura
que le ha herido el
paladar,
la envuelve y no se
apresura,
pues la paciencia es su
cura
y su modo de sanar.
La entibia entre su
saliva
-porque una idea está
viva-;
le da tiempo, le da
oriente
y un reflejo del
poniente
con su tenue quemadura.
Pero no nos deja verla
hasta que está bien
madura:
así de hermosa es su
perla.
La lengua vive en la
boca
como la almeja en su
concha.
Esto es lo que ha hecho
la lengua
tras los labios
cerrados:
Una luna que no mengua
en la noche de la
boca...
Tras los labios
apretados,
una luna eterna,
loca...
¿Por qué dicen que es
de sabios
tener cerrados los
labios?
¡Que los abra! ¡Que
los abra!
Que le dé luz a su
perla
para verla.
Que los abra
y dé luz a su
palabra...
Francisco Segovia.
La lengua vive en la
boca.
En: Hago de voz un
cuerpo.
Selección de María
Baranda.
Ilustraciones de Gabriel
Pacheco.
2007. México D.F.: Fondo
de Cultura Económica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario