Empezamos una nueva semana y considero
que hay que darle un bonito aire (¡Lo bien que le sientan las
tormentas a mi alergia!), no sea que empeore esa indigestión que
suele ocasionar la jornada laboral del lunes. Así que hoy, si me lo
permiten y en loor de eso que los monstruos llamamos retahílas y
canciones breves, me permito la licencia de traer a este espacio
(así, de sopetón y sin preámbulos vitales) uno de esos libros
tiernos y redondos que tanto gustan a padres y niños pequeños, no
sólo porque se desborda más allá de las páginas, sino porque la
idea está muy, pero que muy bien lograda sin caer en clichés y
repeticiones enfermizas.
Diez deditos, un libro de la
escritora australiana Mem Fox y mi siempre admirada Helen Oxenbury,
ha sido reeditado por Kalandraka este mes. Es un libro para
prelectores y primeros lectores (como todos los la semana pasada)
que toma como excusa un texto repetitivo y acumulativo para
internarse en el ideario infantil. Aunque son muchas las reseñas que
defienden este título con ese mensaje buenista del “Todos iguales,
todos diferentes”, un servidor, que abomina de toda la caspa progre
que pulula en el mundo del libro infantil prefiere ser conquistado
por otras cuestiones menos someras.
En primer lugar cabe destacar que las
autoras no sacrifican la idea inicial en pro de ese mensaje de
tolerancia, sino que éste pasa a un plano más secundario. Sobre
todo porque prima el juego de palabras, e incluso la posibilidad de
desbordarlo en un juego de contacto, más que exaltando esas
diferencias que recogen los niños representados en las
ilustraciones, el otro punto interesante de este álbum.
Y es que el pincel de Helen Oxenbury, a
pesar de caracterizar a cada niño dependiendo de su procedencia,
raza o credo, presta más atención a la gestualidad infantil, a sus
juegos, incluso a sus riñas, al contacto que existe entre ellos, a
su ternura, que a lo multicultural, esa premisa que tanto vende en
ciertos círculos hoy día. Por lo menos es con lo que yo me quedo,
que estoy harto de que me vendan moralinas.
Así que, ¡feliz lunes con estas rimas
sencillitas que me parece que más de uno se va a hinchar de cantar!
Hubo un bebé que nació
en un lugar muy lejano.
Otro nació el mismo
día
en un hospital cercano.
Y los dos bebés
tenían,
como bien se puede ver,
diez deditos en las
manos,
diez deditos en los
pies…
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