En
todos los mercados se cuecen habas y, evidentemente, el mercado del libro
infantil no es una excepción. A pesar de que muchos editores se embadurnan de
una gruesa capa de profesionalidad y buenas intenciones, su mayor (decir el
único sería algo injusto) objetivo es vender, vender y vender, algo de lo que
da buena cuenta un sector en el que se está más preocupado por la mercadotecnia
que por el producto. Sigan tachándome de impertinente y terco, pero cada vez
que visito una librería denoto que, de unos años a esta parte, la literatura
infantil y la adulta comparten más cosas en común, clara prueba de la
decadencia del libro y su negocio (¿les recuerdo cuántas librerías cierran en
España cada año?). .. El álbum ilustrado, otrora más independiente y fuera de
las corrientes publicitarias, se ha convertido en una piedra angular más de esa
pirámide llamada “papel impreso” y en la que se incluyen libro-series,
personajes cliché, ediciones revisadas y re-ilustradas, y autores/ilustradores fetiche, en una palabra, podemos decir
y decimos que ya está en los estantes el álbum ilustrado paraliterario.
No
me malinterpreten… Quiero que la cosa vaya hacia arriba y que todos los niños
del mundo se hinchen a leer (en más de una ocasión he defendido la
paraliteratura como una vía de acercamiento del lector potencial a la figura
del libro), pero también hemos de ser críticos con lo que se edita, con lo que
se vende y con lo que se recomienda…
Es por ello que hoy les traigo aquí el
libro Osos, una obrita escrita hace
mil años (1948) por Ruth Krauss, que en primeras nupcias ilustró Phyllis Rowand
(Harper & Brothers), y que en el año 2005 fue re-ilustrada por Maurice
Sendak (algo parecido al Ferdinando
de Munro Leaf o Robert Lawson) para la Harper Collins y que acaba de editar en
castellano Kalandraka.
Cuando
me encontré este libro en una de mis librerías favoritas, me llevé una grata
sorpresa. Me lancé a por él como un lobo con ganas de devorar suculento boca.
La portada no me dijo demasiado, la verdad, aunque lo abrí y empecé a pasar las
páginas. ¡Ahí está Max, el de los monstruos, con un perrito jodón y una caterva
de osos de todo tipo..! Mala resolución de las ilustraciones (Este Sendak dijo:
aprovechemos el tirón y vendamos cualquier cosa, incluso divertimentos, “useasé”,
hay que echarle jeta de vez en cuando)…, poco texto (¿26 palabras?)…, nada
sugerente…, un formato chirriante para un libro de estas características…, y,
cuando cierro: me quedo igual que cuando empecé. Es en este punto cuando mi
cabeza empieza a hacerse preguntas: ¿Por qué este libro? ¿Por qué este formato?
¿Por qué este autor? ¿Por qué?... Seguramente las intenciones de la editorial (esa
que publicó el libro en lengua inglesa, no me malinterpreten…) fueron las
siguientes:
-Sendak
es sinónimo de calidad (N.B.: Aquí la cagó el pobre y no soy el único que lo
piensa) y es un gancho inmejorable para el público… ¿Qué gilipollas se va a
atrever a decir que es un bodrio y chafar el negocio…? (N.B.: Yo… Lo siento:
gilipollas y tocapelotas a un mismo tiempo… Pese a ello te sigo venerando, ¡Oh,
Sendak!).
-Aunque
es un libro-retahíla para que los pre-lectores se vayan a la cama y tiene
poquitas páginas, lo vamos a publicar en formato de álbum. Cartoné y buen papel
a raudales que a nosotros nos cuesta poco pero al consumidor le rasca el
bolsillo…
-
Me encanta que el personaje sea el mismo que el de Donde viven los monstruos… Un poco basto, eso sí, pero aunque sea
un sucedáneo ¡ya veréis como nos da mucho prestigio!
-Dijo
otro: “Pero… ¿y las ilustraciones? Tienen poca resolución… ¡Si las ha hecho en
una servilleta!” A lo que se le respondió: “¡Qué más da! ¡Que queden pixeladas!
Queremos a Sendak y lo tendremos.
-
Y así se vendieron miles de ejemplares en todos los continentes.
Si
me equivoco, que me corrijan pero creo que uno de los mayores problemas que
tiene el sector es la falta de estilo…, de elocuentes autores que buscan dinero
fácil, de buenos ilustradores que dibujan a desgana, de editores que desean
alcanzar la luna y de libreros que quieren novedades todos los meses; en
definitiva, de un gran número de profesionales que están fuera de onda y que
deberían replantearse -con libros como este- el porqué están en un negocio como
este, a la vez tan difícil, a la vez tan hermoso.
A
pesar de las muchas ocasiones en las que Krauss y Sendak colaboraron (con
éxito, todo hay que decirlo), en esta, la cagaron un poquito… Prefiero la primera edición,
más tierna, menos ofensiva (puros habanos y osos ahorcados aparte -hoy día se
ve de todo en cualquier telediario-, considero que un libro para pre-lectores
no debería ser tan agresivo ya que pierde cierto encanto… Aquí se lo deberían
haber pensado. Es cierto que un toque canalla se agradece, pero los excesos no
son muy gratos…) y, sobre todo, más evocadora.
Siento ser tan beligerante pero,
al menos, yo soy fiel a mi estilo aunque no venda una mierda.
NOTA POSTRERA: Dos horas después de publicar este post, una representante de la editorial que ha publicado este libro en castellano se puso en contacto conmigo (¿casualidad?) para decirme de manera sutil, encriptada y figurada, que "donde las dan las toman" (¡menos mal que uno sabe leer entre líneas!), una evidencia más de la falta de estilo que tienen algunos y lo mal que saben encajar las críticas. Una verdadera pena...
NOTA POSTRERA: Dos horas después de publicar este post, una representante de la editorial que ha publicado este libro en castellano se puso en contacto conmigo (¿casualidad?) para decirme de manera sutil, encriptada y figurada, que "donde las dan las toman" (¡menos mal que uno sabe leer entre líneas!), una evidencia más de la falta de estilo que tienen algunos y lo mal que saben encajar las críticas. Una verdadera pena...
No hay comentarios:
Publicar un comentario