Tras
un fin de semana bastante movidito (me falta tiempo para hacer tanto el mono…)
y revisar el trabajo de la recientemente fallecida Montserrat del Amo, he
decidido abrirle un hueco (obituario suena demasiado árido para los dulces
monstruos) en este lugar y lanzar así un homenaje a su figura como pionera y de
paso hacer hincapié en la importancia de la Historia (esa con mayúscula) en
esto de la LIJ española. Se ha hablado mucho de los logros y premios
conseguidos por esta gran escritora, pero seguramente, su cualidad más reseñable
ha sido su gran capacidad para adaptarse a los cambios que el siglo XX trajo
consigo.
Montserrat,
una mujer que, a pesar de desempeñar su labor en ámbito empresarial, posee una
clara formación lingüística y se interesa en la narración oral y el cuento
clásico, empieza a hacer sus pinitos en esto de las letras a finales de los
cincuenta y primeros años sesenta con libros de carácter religioso (no
olvidemos Rastro de Dios, premio
Lazarillo en 1960), las realidades, como la inmigración española a Centroeuropa
(Zuecos y naranjas), las novelitas de
corte histórico (Juana de Arco), o -como
a mí me gusta llamarlas- “historias inofensivas” que beben de los cuentos de
hadas clásicos. Es así como se abre camino en el mundo editorial franquista que
conoce gracias a los entresijos de la imprenta (aprendió el oficio como cajista
en su juventud).
Es
a partir de los años setenta, con la democracia y la transición, cuando un aire
nuevo sopla sobre la sociedad españolas en general y las letras infantiles en
particular. Este cambio renovador propiciado por la caída del régimen
franquista, promueve una literatura de clara renovación progresista (no
olvidemos que la lectura es un vehículo de dogma y que además de estar al
servicio de la sociedad, se vincula fuertemente con el poder imperante), a la
que acuden -sobre todo- nuevos autores y algunos antiguos que, a pesar de los
esfuerzos por acallar a los pasados ( hay muchos tipos de limpieza, incluso
cultural), como Montserrat, logran modificar sus estilos y adecuarlos al nuevo
mercado.
Temáticas como la integración de las minorías, las colecciones de
cuentos, retahílas y canciones infantiles populares, la aparición de los libros
serie (no se olviden de los Blok),
las obras de suspense o el amor diferente, se suceden en la obra de esta mujer,
convirtiéndola en un referente de los libros para niños en España, y otorgándole
el Premio Nacional por El nudo (una
novedad en cuanto al formato, el tipo narrativo y la integración del lector
como parte activa de la obra) y nominándola al Andersen en dos ocasiones.
Descanse
en paz y vuelen sus libros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario