Todos
tenemos un punto salvaje que aflora en las más diversas circunstancias. Desde
un concierto donde la euforia nos desata, hasta ese partido de fútbol con el que
hemos soñado desde niños, el decimoctavo cumpleaños que todos celebramos con
tantas ganas, ese cabreo monumental que hemos tenido horas atrás, o cuando nos
vemos solos ante un peligro inminente, pueden producir una sensación de
libertad total y despojarnos de todo
convencionalismo. En esos momentos algo instintivo se apodera de nosotros y
volvemos a ser los animales que fuimos antaño. Gritamos, danzamos, saltamos, el
vello se nos eriza, nos golpeamos sin mesura, no controlamos nuestra fuerza y
los músculos se tensan.
A
pesar de ello, son muchos los que rechazan por completo unos comportamientos
que suponen la renuncia a toda civilización, una prueba más que clara de la
clara influencia social que acarrea nuestra espacie desde algún que otro
milenio. Todo se encuentra encorsetado, hay que seguir los cánones establecidos
y no desviarse del camino que el saber estar ha señalado a golpe de pescozones.
Algo que nos debería hacer pensar si es lícito obligar a los demás a incluirse
en la masa y abominar su propia naturaleza, sus pensamientos y sentimientos.
“¿Hasta
qué punto debo ser otro borrego? ¿Está
todo permitido en un mundo como este? ¿Es la subversión la salida?” Son las
preguntas que frecuentemente se instalan en nuestra cabeza cuando los demás nos
recriminan un comportamiento no apto para con el llamado “saber estar”, pero no
debemos olvidar que la rebelión contra esas reglas pre-establecidas debe
equilibrarse con el respeto hacia el resto. Es esta y no otra la forma más
clara de libertad, esa que, aunque permita a los niños enfrentarse a las
imposiciones de los adultos (la llamada corriente canalla y subversiva de los
libros infantiles), les haga saber que hay que ser respetuoso y bondadoso con
sus congéneres.
Sin
irnos muy lejos, podemos encontrar en las librerías una muestra de este bello
mensaje y que lleva por título El señor
tigre se vuelve salvaje (Editorial Océano-Travesía). En este libro de Peter
Brown (que aunque tiene un aspecto muy digital, tiene su base en las técnicas
tradicionales de ilustración), un tigre la mar de educado siente la llamada de
una jungla que, poco a poco, se va apoderando de él… Primero es el sombrero,
luego el traje… y el final no se lo cuento porque es verdaderamente hermoso y
creo que deben descubrirlo por ustedes mismos.
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