lunes, 23 de marzo de 2015

Políticos, ¡todos son iguales!


Por fin han terminado las elecciones andaluzas (Román, no cantes victoria tan pronto que en breve llegarán las municipales y el resto de autonómicas… ¡Tiembla!) y a pesar del gran reparto de votos, tenemos que re-estructurar (algo, no demasiado…) el parlamento sureño. Entra una nueva legislatura y esperamos que con cierto aire de renovador (los pactos puntuales siempre traen consigo un poco de democracia –iba a anteponer la palabra “más”, pero sería otra mentira-), ese que necesitan unos cuantos millones de personas, a no ser que se conformen con el PER, la paga de los 18 y otras limosnas caritativas. Lejos de todas visiones futuras (no me gusta ejercer de pájaro de mal agüero), me gustaría centrarme en una campaña electoral que, aunque no he seguido demasiado porque me tocaba poco, me ha chocado bastante.


Cada vez que abrían la boca cualquiera de los representantes de los partidos mayoritarios, no podía evitar echar espumarajos (¡Qué guarrindongos!... El quítate-tú-para-ponerme-yo tiene mucha usía…). “Nosotros somos mu’ buenos y aquellos mu’ malos” “Son unas urracas usureras” “Y vosotros una alimañas codiciosas” “Asquerosos” “Putrefactos”… ¿Y a esto le llaman “el espíritu de la transición”? Que me cago… El bipartidismo vive de la nostalgia (¿Alguien conoció a Franco? Porque yo no…), es como una neblina de recubre una realidad que ya es otra y no nos deja avanzar (luego decimos que los musulmanes viven a golpe de lastre… ¿y esto qué es?).  En lo único que se han puesto de acuerdo estos dos bandos es en eso de  los “andalucistas”, una palabra de nuevo cuño que me produce arcadas, más todavía cuando viene de los supuestos salvadores de la identidad nacional (mire usted…). No teníamos bastante con otros “–istas” para que ahora, por miedo a perder el trono, estos se apunten al carro y quieren escindirse del estado untando las juntas con aceite de oliva.


A pesar de la cura de humildad y que sigan repartiendo los mismos, espero que los recién llegados tomen nota de los que hace que unos y otros sean tan parecidos para que no cunda el ejemplo entre unos cuervos y otros, entre azules y rojos. Por favor: ¡No se atavíen de ese mismo traje, de ese mismo disfraz, del mismo jersey!, ¡Fíjense en los Huguis! En El jersey nuevo han sido capaces de darse cuenta de que vistiendo el mismo jersey es imposible avanzar, ni aportar colores diferentes, ni aupar el individualismo en un entorno colectivo… ¡Menos mal que alguien ha tenido una idea y ha encontrado la solución a tanta moda y mimetismo! Tomen nota de los personajes de este libro del genial Oliver Jeffers y publicado por Andana Editorial (una editorial valenciana que ha hecho un gran esfuerzo económico y editorial esta temporada, algo de lo que me alegro): Querer es poder, y este es el momento en el que los ciudadanos quieren.


3 comentarios:

miriabad dijo...

Vaya, has creado expectación! El genial Jeffers no puede defraudar.

miriabad dijo...

Vaya, has creado expectación! El genial Jeffers no puede defraudar.

Román Belmonte dijo...

Es tan simple, tan narrativo, que se puede extrapolar a cualquier ámbito de la vida. Pero creo que estos Huguis me van a dar la oportunidad de criticar a los políticos ¡más de una vez! Un abrazo, pájara.