Esta
noche el fuego consumirá todos los monumentos de cartón-piedra (y otros modernos
polímeros pirolíticos) que se plantaron hace días por las calles valencianas.
Los levantinos, dando rienda suelta al poder renovador de las llamas y el
crepitar de las ascuas, se han puesto gordos a buñuelos de calabaza y paella
valenciana (esa de verduras huertanas, buen pollo, mejor conejo y algunos
caracoles -si se tercia…-) para encarar la primavera con una gran sonrisa. ¡Y
yo qué me alegro a pesar de que muchos teman a la dichosa lumbre!
Una mosca que
volaba
entre Pinto y
Marmolecko
desde el aire
vio el tejado
de una torre de
bomberos.
En la torre, un
ronquido:
es un bombero
durmiendo.
En la calle,
unos mirones
mirando la mar
de inquietos.
Fiel a su
instinto, la mosca
muerde al
bombero en el cuello
y este, con cara
de susto,
queda al
instante despierto.
Ve a la gente
congregada.
-¿A qué tanto
movimiento?
Pone su mano en
la frente
y avista un
lejano fuego.
[…]
Jan Brzechwa.
En: ¡Fuego!
Versión de H. Hidalgo.
Ilustrado por Agnieszka Borucka-Foks.
2014. Valencia (¡Cómo debe ser!): Media Vaca.
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