Suelo hablar de libros. De este del otro y del de más allá. También
me gusta hablar de comida, del tiempo, del precio del café, de los bares y de
la rabiosa actualidad (¡Qué pena lo de Notre Dame!). Prefiero hablar de todas
estas cosas que de economía (no estoy muy puesto en macroeconomía… con hacer la
renta bien, me conformo), de moda (me voy quedando trasnochado) o de políticos
(no estoy pa' ostias pre-electorales).
De los libros sobre los que más me gusta escribir es de
aquellos que, de repente, te atrapan. Es como si algo especial morase en su
interior. Los abres y te corresponden. Bien con una sonrisa, bien con una
lágrima, y sabes que se quedarán contigo muchos años, en esa repisa de los
elegidos. Que los llevarás de curso en curso y de charla en charla. Que, siempre
que los presentes en sociedad o cuando los leas en voz alta, terminarás con un “Me
encanta”.
Si además de todo esto empiezas a notar que casi todos los
libros de ese autor, tienen duende, esa cosa que los impregna de un aroma y
sabor característico (¿Se acuerdan de cuando leyeron algo de Oliver Jeffers,
Shaun Tan, Tomi Ungerer, Suzy Lee, Roberto Innocenti o Maurice Sendak, por
primera vez? Pues eso mismo), la cosa ya se sale de madre, porque estaremos
ante un futuro clásico que llenará otras estanterías y trascenderá el tiempo.
Evidentemente, todos nos podemos equivocar, pero les diré
que es la sensación que me recorrió el espinazo cuando leí los dos nuevos
libros del genial Shinsuke Yoshitake, el autor de uno de los mejores álbumes
del año pasado, Atascado (Barbara
Fiore, 2018). Me aburro editado por
Pastel de Luna y Ser o no ser… una
manzana, publicado por Libros del Zorro Rojo, nos vuelven a sumergir en un
universo muy especial donde el humor, lo surrealista y la filosofía se combinan
a la perfección para elevar el álbum a una categoría superior en la que niños y
adultos nos podemos ver reflejados.
El primer libro que traemos este miércoles es una oda al
aburrimiento (me chifla el título en inglés, The Boring Book). En él, Yoshitake explora uno de los grandes
adversarios de la humanidad desde el punto de vista de un niño que busca
aburrimiento en los sitios más insospechados e idea teorías disparatadas que en
realidad ensalzan estados dinámicos y enriquecedores que se alejen de las bocas
abiertas y los cuerpos inamovibles. Me ha encantado, me ha levantado del sillón
y, sobre todo, me ha sacado una sonrisa en estos días en los que ando bastante
aburrido
El segundo libro de este japonés nacido en la prefectura de
Kanagawa en 1973, pertenece a una serie de álbumes que tratan temas
trascendentales. En este, un niño se encuentra una manzana sobre una mesa y
comienza a plantearse una serie de cuestiones. ¿Es una manzana o no lo es? ¿Y
si fuera un antepasado reencarnado en una manzana? ¿O un ovni? ¿O una futura
casa? Todas estas preguntas son el interruptor que pone en marcha el engranaje
de suposiciones y conjeturas que nos hacen pensar (reflexionar más bien) sobre
la relación entre lo que nos rodea. Esperemos que no nos dejen con las ganas de
leer en castellano los otros dos títulos de esta serie, What Happens Next? (se podría traducir como “¿Qué pasará ahora?” o “¿Y
ahora, qué?”) o Can I Build Another Me?
(“¿Puedo construir otro yo?”).
No se pierdan ninguno de los dos y ya verán como algo de
razón tengo. Y si no me creen, pregúntenle a sus hijos, quizá entiendan estos
libros mejor que ustedes…
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