Aunque los libros para niños son una de
mis pasiones, tengo muchas otras… De entre ellas y como biólogo que soy, la de
cultivar clorofila es una de mis favoritas. Si quieren hacerme feliz, nada
mejor que un buen libro o una planta rara. Sé que las flores cortadas son más
bonitas, pero prefiero que sean más duraderas, es por ello que me gusta verlas
crecer poco a poco, descubrir como el botón se torna capullo y florece llegado
el día. No es necesario que las compren, me conformo con un pequeño esqueje
para prenderlo en una lata vieja, en una tetera desconchada…
Mi
abuela ponía semillas en tazas, potes vacíos de yogurt
y
ollas viejas
que
al llegar la primavera florecían.
Y
era una primavera en la que no había horario ni había escuela.
Mi
abuela hacía pequeñas camas de tierra para alojar la luz.
Tazas,
potes vacíos de yogurt, ollas viejas y dedales,
de
los que brotaban todo tipo de plantas.
Recuerdo
especialmente la menta
porque
de ella colgaban los pequeños fantasmas de la familia.
También
la manzanilla.
El
cedrón.
María José Ferrada
En: El idioma secreto.
Ilustraciones de Zuzanna Celej.
2013. Pontevedra: Faktoría K de
Libros.
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