Ser
libre, hacer lo que uno quiera, pasa por la billetera, ese oscuro lugar donde
los hombres guardamos nuestros preceptos morales y, en caso de necesidad, dar
rienda suelta a la compra-venta de principios y necesidades. Aunque bien
pensado, peor sería disponer de monedas y no poder disfrutar de lo que uno
quiera, cosa que suele pasar a avaros e hipócritas que, saciados de bienes y
riquezas, no saben aquello de “la libertad tiene un precio”.
Deja
un gran vacío el rey al salir
y
la princesita se pone a escribir:
“No
quiero casarme, ni tener palacios,
ni
ricos brillantes, ni hermosos topacios.”
“Lo
que yo deseo no puedo comprar,
nunca
estuvo en venta, es la libertad.”
“Ser
libre al leer, libre al escribir,
combinar
palabras que yo quiera unir.”
Beatriz Berrocal Pérez.
En: La princesa que quería escribir.
Ilustraciones de Daniel Montero
Galán.
2013. Villaobispo de las Regueras (León): Amigos de Papel.
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