lunes, 30 de abril de 2018

El sketch como estructura narrativa en el libro-álbum



Tras esta conversación con Vicente Ferrer en la que el editor definió a muchos de los libros dirigidos a los niños de hoy día como “historietas”, el aquí firmante empezó a darle a la neurona... Historieta, comedia de situación, sketch... ¿Y si muchos de los álbumes ilustrados tuvieran estructura de sketch cómico...? Es posible, Román, así que toca profundizar un poco más...


Se conoce como sketch a una escena, por lo general humorística, de poca duración que tiene su origen en los bodeviles y cabarets. Posteriormente, este número de las artes escénicas pasó a otros formatos como el radiofónico o el mundo de la historieta gráfica, generalmente a las tiras creadas para la prensa diaria y dominicales, y amplió su influencia a otros medios como el televisivo o el cinematográfico.


Es así como los sketches han llegado hasta nuestros días y se han generalizado en la escena cultural, algo que no me extraña teniendo en cuenta que si algo tiene el sketch que lo diferencia del resto de formatos es su corta duración, una que lo hace idóneo para una época donde la escasez de tiempo nos limita en la mayor parte de los ámbitos de la vida. En unos segundos, en unos minutos de duración, el sketch es capaz de enredarnos en sus redes y hacernos meditar tanto o más que un largometraje sesudo o una novela de tropecientas páginas. Quizá esta característica se podría asemejar a de la fábula o la parábola, pero no con su contenido, ya que estas siempre presentan un fin didáctico o moralizante, algo que no sucede en estas historietas.


También hemos de tener en cuenta que, bien a través del sonido, de las imágenes o de la teatralidad, el sketch nos lanza un mensaje que puede tener distintos grados de complejidad -por su elaboración o por el tipo de mensaje que se lance al espectador, al consumidor- que es captado rápidamente. Esto quiere decir que la calidad del discurso no es directamente proporcional a la duración del producto, sino que su creación requiere de una herramientas precisas, de unas destrezas que permitan un alcance aceptable entre el público.


Por último y para resaltar un punto común en los llamados sketches me gustaría detenerme en la parodia, un recurso de estilo utilizado en casi todos los ámbitos artísticos que consiste en la imitación burlesca de un personaje o hecho y que se suele embeber de lo irónico, el doble sentido y lo exagerado para desarrollar un discurso crítico. Humorística o no, la parodia es transgresora y se mueve en los límites de lo bizarro (en su acepción castellana de “valentía”).


Si nos fijamos bien en estas tres características: economía temporal y/o de recursos, discurso elaborado y parodia, podemos hacer un símil con el mundo del libro-álbum, un formato, un género que, aparentemente (no quiero profundizar en las paradojas de lo mucho y lo poco en los lenguajes verbales y no verbales) tiene un contenido limitado pero que en muchas ocasiones puede albergar planos discursivos muy complejos y paródicos, algo que llama profundamente la atención en muchos lectores que se topan por primera vez con este tipo de libros y piensan “¿Cómo es posible que en tan sólo 32 páginas se puedan condensar tantas cosas y que nos formulen tantas preguntas?” 


No sé a ustedes pero a mí me sucede lo mismo con un buen álbum ilustrado que con un chiste de Gila, Chiquito o Eugenio, con un número de Les Luthiers, o una tira cómica de Mafalda, Peanuts o Calvin y Hobbes. Sin ir más lejos les invito a que se sumerjan en los tres libros que me han hecho pesar sobre la estructura del sketch en el álbum ilustrado contemporáneo (con sus salvedades, por supuesto) y a los que pertenecen las imágenes que acompañan este post...


Por un lado les recomiendo El chaleco del ratoncito de Yoshio Nakae y Noriko Ueno (editorial Lata de Sal), un pequeño y divertido álbum que nos habla del mundo plural tomando como hilo conductor un chaleco; Cerdo Cerdo un álbum del siempre inspirador Juan Arjona y la ilustradora Cristina Spanò (editorial A Buen Paso) que intenta la búsqueda del yo desde una posición cotidiana donde la disyunción y lo irónico tienen un peso importante; y el Malo de Lorenz Pauliy Kathrin Schärer (editorial TakaTuka) una fábula moderna donde la repetitividad y el giro a lo inesperado abogan por aleccionar a los malintencionados.


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