jueves, 6 de febrero de 2025

Extrañamente humano


Con el parón invernal del mercado de novedades, tengo un ligero paréntesis para reseñar joyas que, por cuestiones del guion, todavía no había incluido en mi bitácora personal. Es el caso de Zorro, un álbum maravilloso de Margaret Wild y Ron Brooks (editorial Ekaré) que pide a gritos una lectura pormenorizada.
Si bien es cierto que el tándem de autores nos ha regalado títulos maravillosos como Nana vieja, el libro ante el que nos encontramos se articula sobre una idiosincrasia muy particular en la que texto e ilustraciones danzan especialmente acompasadas y generan un discurso muy estimulante.


El libro nos cuenta la historia de Perro y Urraca, dos animales que por diversas circunstancias entablan una amistad. Perro ha perdido un ojo y Urraca no puede volar a consecuencia del incendio que chamuscó su ala. Urraca es los ojos de Perro. Perro es las alas de Urraca. Ellos viven conformes y esperanzados en mitad de su bosque calcinado, cuando entra en juego Zorro, un animal solitario que, rebosante de indiferencia y envidia, ve en ellos, casi obsesionado, lo que nunca tendrá. Es por ello que, jugando con las palabras, convence a Urraca, para hacerla volar sobre su lomo. Pero como todo en la vida, Urraca deberá pagar el precio de hacer realidad su sueño…


Si bien es cierto que el texto y las ilustraciones se articulan poderosamente y generan un discurso emergente muy complejo, podemos hablar de ambos de manera aislada.
Analicemos el texto… La prosa poética de Wild no solo tiene fuerza y sensibilidad, sino que a la vez es sencilla, prescinde de barroquismos y se asoma a la infancia desde una posición igualitaria y equidistante. Honesta y directa, se arroja sobre los lectores sin tapujos, más si cabe cuando nos percatamos de la universalidad de las emociones que baraja en él. La inocencia, el amor, la envidia, el deseo, la crueldad, la esperanza… Son tantos los temas de los que podemos hablar con su lectura, que no me extraña nada que mediadores como Felipe Munita lo coloquen en una posición privilegiada como texto individual y/o colectivo.


Algunos estudiosos de la semiótica han apuntado que, independientemente de su intencionalidad, este relato contiene elementos y arquetipos (recuerden las funciones de Propp) que, con frecuencia, se pueden encontrar en los cuentos tradicionales. Dos compañeros (Perro y Urraca) unidos por una circunstancia trágica (un incendio devastador), se embarcan en un viaje que se ve interrumpido por un encuentro con un extraño (Zorro) que pone a prueba tres veces (numerología literaria) a uno de ellos (Zorro tienta a Urraca).
Si bien es cierto que recuerda a las fábulas, Wild enriquece esta historia con un final abierto que se desliga de moralejas y enseñanzas enlatadas para ofrecer al lector una vuelta de tuerca en el que reflejarse y encontrar una habitación propia.


Sobre las ilustraciones de Brooks podemos decir otras tantas cosas. Empezamos con unas tapas que, totalmente abiertas, dibujan la figura de zorro, un personaje de mirada misteriosa que nos invita a adentrarnos en este libro de tapa blanda. Sobre la técnica utilizada, Brooks se desliga de la plumilla y las aguadas de color para desarrollar unas imágenes más pictóricas donde las texturas del óleo, la pintura acrílica, el rayado, el uso del cepillo, los garabatos y las transparencias lo llenan todo de gran expresividad. Si a eso unimos el negro, el ocre y el rojo como colores vehiculares, cada doble página recuerda a esa Australia donde los incendios y el desierto dibujan el paisaje.


Aunque la edición en castellano está muy lograda, debo llamar la atención sobre la tipografía de la edición original, ya que Brooks escribió el texto a mano, concretamente con su mano izquierda (él es diestro) para que se acercase a esa letra infantil temblorosa y de proporciones inestables que a veces resulta difícil de leer. En alguna entrevista ha explicado que tomo esa decisión para que los lectores invirtieran más tiempo en leerlo y se detuviesen así en “la incomodidad, la confusión y el dolor de Urraca” gracias a un texto lleno de sutilezas (por ejemplo, Wild utiliza el presente en vez del habitual pasado). Del mismo modo, el texto también forma parte de la composición de cada página, pues va cambiando de ubicación y sentido.


Como punto y final a esta reseña debo llamar la atención sobre la humanidad que destilan unos personajes extrañamente poliédricos. Nadie puede decir que las acciones de Zorro estén llenas de crueldad, pues el vacío inexpresivo que llena sus ojos también denota mucho sufrimiento. Tampoco podemos decir que Urraca sea una pobre inocente, pues ha traicionado a Perro para hacer realidad sus deseos. A pesar de un talante vivaracho, es frágil y desgraciada. Quizá Perro sea el más ingenuo y afable, algo que se percibe en ese aullido de dolor y desconsuelo que alienta a Urraca en esa búsqueda de lo perdido...