Queridos monstruos, ya huele a carnaval y, aunque se anuncian lluvias por toda la península, un servidor pone pies en polvorosa hacia Cádiz y se dispone a disfrutar de ese espacio popular dedicado a la sátira y la crítica social que tanto bueno nos ha dado desde hace siglos. Y así nos mezclamos entre la gente, nos recreamos en multitud de personajes propios y ajenos, y nos lo pasamos como enanos a costa de un sinfín de artistas callejeros que, llegados de buena parte de Andalucía, nos llenan el alma de carcajadas entre tangos y cuplés.
Disfraces, dobles sentidos, juegos de palabras, soniquetes de moda, gestos y coreografías, guitarra, bombo y platillos. Un cóctel muy nutritivo con el que aupar la risa y el disparate, ese santo y seña que, a modo de bandera, nos cobija e identifica. Una bendita enfermedad más que contagiosa…
Tengo una sonrisa
roja con lunares,
que me hace cosquillas
si hago malabares,
si monto en triciclo,
si planto un cerezo,
al pintar un cuadro
o cuando bostezo.
Tengo una sonrisa
que me pica mucho,
se la he sonreído
a un señor flacucho.
El señor flacucho
que recoge botes,
se la ha sonreído
a Pepe Bigotes
Y Pepe, que come
compota de pera,
se la ha sonreído
a la peluquera.
Felisa, que corta
de un tajo el flequillo,
se la ha sonreído
a un gato amarillo
Y el gato con gafas,
cortito de vista,
se la ha sonreído
a un submarinista.
[…]
David Hernández Sevillano.
De boca en boca y río porque me toca.
Ilustraciones de Carmen Queralt.
2018. Salamanca: La Guarida.
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