lunes, 28 de septiembre de 2009

Donde descansan las ánimas



Aunque hay varios temas de candente actualidad que superan con creces lo siniestro del que hoy voy a hablarles (la indumentaria de las hijas de Zapatero en la recepción de Obama, el número de saraos a los que ha acudido José Miguel Fernández Sastrón en la última semana o el asombroso parecido de la madre de Leire Pajín con la concejala casamentera de Albacete), prefiero dedicar mi tiempo a ensalzar los camposantos.
Verdaderos remansos de paz, los cementerios se están ganando su merecido puesto en las guías de viaje, ya que cada vez son más los osados que dejan atrás los prejuicios y se internan en los jardines de lápidas donde descansan las ánimas. El cementerio judío de Praga, el de Roncal o el cementerio inglés de Málaga son de mis favoritos pese a que ya son dos las amistades que me han advertido sobre los camposantos polacos, alarde de exuberancia floral y sentimiento católico.



No apto para hipocondríacos, ni corazones sensibles, todo esto, lejos de sonar macabro, es una reflexión sobre la naturaleza humana, poco prolija en muestras de reconocimiento… Bien mirado, la condolencia y el respeto a la muerte, haya plañideras o no, es de los pocos ejemplos de sentida humanidad que se ven a diario, aunque un servidor estaría más contento si no nos dedicáramos a machacarnos en vida a la mínima oportunidad.
Por todo ello y, avisándoles de que el que aquí suscribe no es muy dado a dar o recibir pésames, he decidido hacer público mi dolor por la muerte del Señor Pájaro, verdadero protagonista de la historia firmada por Komako Sakaï y Kazumi Yumoto (editorial Corimbo), un álbum ilustrado que no sólo se centra en las pompas fúnebres, sino en lo que viene después: el replanteamiento de la existencia, la soledad o el reemplazo del ser querido. Si les digo la verdad, es un libro completo. Y por si fuera poco, me he enamorado de una ilustración en la que durante el entierro, las siluetas de El oso y el gato salvaje (así se titula) se dibujan en el bosque tras las cortinas del sol.



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