viernes, 12 de noviembre de 2010

Esclavos del amor




Por estar muy encerrizados en eso que se llama libertad, la inmensa mayoría de los hombres que frecuentamos este mundo no podemos evitar el ser esclavos. He visto tantos ya, que me es imposible censarlos…
Esclavos de los regalos navideños del nene, de la nena y del tío Melquíades, que si la Barbie, que si los juegos de la “Play”, que si los tomates en aguasal... Esclavos de Internet, del Tuenti, de las páginas de contactos y del dichoso Facebook… Esclavos de Inditex y sus derivados de pret-a-porter… Esclavos del BodyPump, del BodyCombat y del Bodybell… Esclavos de los caprichos de la novia, del novio, de la suegra, del yerno, de la sobrina, del jilguero, del hámster y del chihuahua... Libros que nos esclavizan... Escolares esclavizados por el verbo “to be” para, una vez creciditos y dado el “sí, quiero”, patearse Nueva York escuchando a Julio Iglesias en cada chaflán… Esclavos de la ignorancia, de la erudición.... Esclavos de Belén Esteban, de González-Sinde y Ramoncín… Esclavos de la SER, la COPE e Intereconomía... Esclavos de lo que piensen o dejen de pensar los demás… Esclavos de nuestros propios pensamientos… ¿Alguien piensa aquí?... Esclavos de Nestle, Coca-Cola y la Mirinda (Ja, ja, ja… ¡Ya no sé ni lo que escribo! ¿Será porque soy esclavo de contarles cualquier cosa?)… Esclavos y esclavas viven su esclavitud con esclava paridad, mientras que otros esclavos, los de verdad, la viven con cruenta realidad… Esclavos hay de muchos tipos: esclavos de McDonald’s y esclavos del Burger King, ¡menos mal que yo soy esclavo de “Vinos el Gordo”!... A veces no es fácil ser esclavo, sobre todo si hablamos del tabaco, el alcohol, la cocaína y las drogas de diseño…, por ello preferiría serlo del pan, el queso manchego y un buen jamón… Pero si tuviera que elegir entre un tipo de servidumbre y otra, no dudaría en afirmar que gusto ser esclavo del amor, pese a todo su incordio, sus malas artes y tretas varias, porque al fin y al cabo, amando, uno siente lo que se llama libertad.

Flaubert, Gustave. 2001. Madame Bovary. Barcelona: Planeta-De Agostini.

1 comentario:

miriabad dijo...

¿Y de los libros? Es una dulce esclavitud...
Veo que has vuelto a los clásicos. Yo sigo también con los clásicos y ando con el molino junto al Floss que me está haciendo soportar unos días oscuros y estresantes.
Saluditos, Miriam